En su trabajo como guionista, Maza dio muestras de una gran versatilidad para moverse sobre distintos terrenos dramáticos y formatos de producción. Escribió pequeños dramas juveniles como Navidad (2009); una gran tragedia social para El año del tigre (2011), rodada de forma urgente entre las ruinas que dejó el terremoto que sacudió a su país en 2010; una particular comedia romántica en la celebrada Gloria (2013) y la citada Una mujer fantástica, que aborda con sensibilidad cuestiones como la identidad y la autopercepción, pero también el duelo y los maleables límites de lo humano. Esa capacidad para trazarse nuevos deafíos vuelve a ser notoria en Ella es Cristina, su debut como director, en el que Maza retrata la amistad de dos mujeres jóvenes, Susana y la Cristina del título, a través de un dispositivo que parte el relato en tres partes. Por un lado registra la relación que las une, pero también cuenta en paralelo las historias de cada una a partir de un punto de inflexión en ese vínculo.
Cristina y Susana son mejores amigas desde que iban a la escuela y de algún modo cumplen con la regla de los opuestos complementarios. La primera es ingenua, enamoradiza y dueña de esas bellezas que encandilan a la mayoría de los hombres. La segunda graciosa, ácida, sincera e incapaz de disimular cuando algo le molesta. Lejos de mostrar esas características como virtudes, Maza se encarga dejar claro que para las amigas ser como son es casi una maldición. Porque Cristina termina siempre enganchada a algún energúmeno y Susana, al contrario, alejando a todo el mundo. Dos versiones distintas de la soledad. En esa exploración, el director exhibe su capacidad para manejar un registro humorístico para nada exento de una dosis de amargura, empujando a los personajes a la peor de las posibilidades: enfrentar el infierno de lo cotidiano sin contar con el apoyo emocional que la presencia de cada una representa en la vida de la otra.
Maza rodea a las protagonistas de una serie de personajes a los que es fácil detestar y las deja solas en medio de ellos. Como si el mundo fuera un lugar tan absurdo como peligroso, en el que no es recomendable andar sin compañía y en donde siempre conviene contar con alguien en quien apoyarse. Ese punto de vista no solo se sostiene en la mutua ausencia de las amigas a partir de una discusión que las alejará en la parte inicial de la película, sino en el hueco que dejó Eva, una tercera amiga muerta de forma trágica, que de algún modo representa una especie de paraíso perdido para la pareja. En ese sentido, Ella es Cristina puede ser vista como una verdadera oda a la amistad.
Es posible que haya algo de nihilismo en la mirada que el director expone sobre determinados círculos sociales e intelectuales, pero expresados con una gracia que no excluye ni el sarcasmo ni la ironía y tal vez incluso la autocrítica. Porque aun cuando la película se muestra empática con ellas, Maza acierta en no dejar a Cristina y a Susana fuera de ese universo, sino que las incluye como parte de un paisaje al que pertenecen. Filmada en un agradable blanco y negro, y con una banda sonora efectiva, si algo se le puede reclamar a la película es la injusta exclusión de una de las amigas en el título, otorgándole a una de ellas un mayor protagonismo que en la realidad del relato no tiene.
Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.
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