En su libro La risa, el filósofo francés Henri Bergson afirma que esta… la risa, es una de las características que distinguen al ser humano del mundo animal. En consonancia, el escritor y semiólogo italiano Umberto Eco habla de Homo Ludens (el hombre que juega) y de Homo Ridens (el hombre que ríe) en su libro Entre mentira e ironía, donde afirma que el humor es una herramienta humana para conjurar los miedos. Tal vez sin proponérselo de manera consciente el crítico de cine Ezequiel Boetti intenta indagar en ese terreno, pero haciendo el camino inverso. En lugar de abordar la risa de modo directo, en su libro Nueva Comedia Americana. Reír en el siglo XXI (Paidós) analiza de forma específica y extensa uno de los tantos objetos que la provocan. Por si el título del libro no fuera suficientemente explícito, Boetti recorre el cine estadounidense de los últimos 25 años buscando la punta de un ovillo que ayude a entender los cambios que introdujo en la comedia una generación de artistas que le cambiaron la cara al género.
En el libro se amontonan nombres que hoy resultan conocidos (algunos de ellos hasta célebres), como los de los actores Adam Sandler, Jim Carrey, Will Ferrell o Ben Stiller, o los directores (la mayoría también guionistas) Peter y Bobby Farrelly, Adam McKay, Greg Mottola y sobre todo Judd Apatow. Ellos son algunos de los responsables de renovar las reglas que organizaban el ejercicio de provocar risa en una sala de cine. Aunque esta ola renovadora comienza a consolidarse durante la primera mitad de la década de 1990, no será sino hasta mediados de los 2000 que surgirá el rótulo de Nueva Comedia Americana (NCA) con el que se intentará uniformar un canon cómico disperso.
El libro define a la NCA como “un alzamiento contra los mandatos de blancura, de humor naif y corrección política que campeaban en los títulos más taquilleros del género. Los chistes infantiles de Adam Sandler, las morisquetas de Carrey y las guarradas de los Farrelly supieron encajar en esa necesidad de anarquía”. Una necesidad de trasgredir que resultaba lógica después de la década de los ’80, dominada por la restauración conservadora del reaganismo. No es casual que Boetti señale como punto de partida del NCA el estreno en 1994 de Tonto y Retonto, debut de los hermanos Farrelly y comienzo del reinado de Carrey, justo un año después del final de la presidencia de George Bush (padre) que marcó el final de esa época.
Boetti va desmenuzando filmografías para enhebrar de forma transversal un corpus cinematográfico no necesariamente homogéneo. En el camino no solo consigue articular una progresión que permite entender de qué forma una serie de artistas dispersos consiguieron redefinir la comedia, sino que además entrega una serie de reflexiones que dan cuenta de la paradójica seriedad con que abordó su cómico objeto. Un buen ejemplo es el capítulo en el que intenta definir de qué forma la NCA procesó el trágico cambio de época que representó el atentado contra las Torres Gemelas en septiembre de 2001. El autor encuentra la respuesta en películas como Team America (Trey Parker, 2004) o Borat (Larry Charles, 2006). En ambos casos entiende que se trata de películas políticas, aún cuando no hablen de ella, que muestran “lo peor, lo más recalcitrante de una sociedad que se autopresume maravillosa”. Es por observaciones como esa, tan sencillas como precisas y contundentes, que Reír en el siglo XXI es una gran pieza de crítica cinematográfica.
5 películas clave del NCA, según Ezequiel Boetti
* El insoportable (Cable Guy, 1996): Cuando en 2004 se empezó a hablar de NCA, varios especialistas coincidieron en señalar a este film como su piedra basal. No por su tono (se trata de una comedia negra y desencantada), sino por sus artífices. Dirigida por Ben Stiller, producida por Judd Apatow y protagonizada por un Jim Carrey autorreferencial, fue uno de los fracasos de taquilla y crítica más injustos de los '90.
* Zoolander (2001): Otra vez Stiller. Acá interpreta a un supermodelo tan tonto como gracioso que, a fuerza de deglutirse toda la cultura pop de los '90, entrega varios de los momentos más graciosos de la historia de la comedia. Con Will Ferrell y Owen Wilson compartiendo la marquesina, Zoolander es el primer clásico del siglo XXI. Lástima que su secuela sea horrible.
* El reportero: La leyenda de Ron Burgundy (Anchorman, 2004): El primer trabajo del tándem Will Ferrell - Adam McKay es una puesta en abismo de la lógica narrativa tradicional. Con una pulsión por el gag cortito y al pie y una capacidad de inventiva para llevar la comedia más allá de lo conocido, El reportero marca el punto más alto del humor absurdo desde los Monty Python.
* Supercool (Superbad, 2007): La historia se ha contado muchas veces: tres chicos a punto de terminar el secundario quieren perder la virginidad antes de la facultad. Pero la película de Greg Mottola se diferencia por la nobleza a la hora de comprender a esas criaturas que, lejos de las luces de la popularidad, libran la batalla diaria por encajar. McLovin es el personaje más querible de la comedia moderna.
* Chicas pesadas (Mean Girls, 2004): La NCA desprendió olor a vestuario de hombre, hasta que en 2004 llegó esta película que, como Supercool, nace de una historia contada mil veces (chica nueva llega a una High School y mira con cariño a las "populares") para darla vuelta como una media. El mérito es de Tina Fey, una de las voces más inteligentes y con mayor conciencia de género de Hollywood.
Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.
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