Siendo un encuentro de cine surgido de la idea de revitalizar el terreno de las competen- cias a nivel nacional, no resulta extraño que la tercera edición del Festival Nacional de Cine y Video Río Negro Proyecta aporte una cuota extra de inesperado atrevimiento, a las audacias estéticas que ya había demostrado en su corta (pero rica) historia. Pero antes de ir a la gran novedad, tal vez convenga empezar por hacer un balance de lo ocurrido hasta aquí. Por empezar, ayer se realizaron las pasadas de los proyectos incluidos en la sección Películas en Construcción (PEC), uno de los puntos fuertes del festival. Ya se destacó la selección realizada por los programadores Pablo Mazzola y Roger Koza, cuyos frutos pueden reconocerse en las dos películas ganadoras en esta misma sección el año pasado, donde no sólo debe mencionarse el exitoso paso de Ausente, de Marco Berger, por el Festival de Berlín, sino que no debe olvidarse que Tierra de los padres, dirigida por Nicolás Prividera y primera mención en la edición 2010, acaba de presentarse en la sección City to city que el Festival de Toronto le dedicó a la ciudad de Buenos Aires. Este año se ha reunido en el PEC a varios directores de prestigio y muchos proyectos que se destacan por su originalidad y solidez. Entre ellos El asombro, de Santiago Loza e Iván Fund; la extrañaMujer Conejo, de Verónica Chen; o Kmpu, la genial idea del director (y crítico cinematográfico) Marcos Vieytes de seguir con una cámara a ese mágico personaje que es José Campusano, director de películas inusualmente vitales como Vil romance o Vikingo.
Pero, proyectados ya todos los trabajos que la integran, la sorpresa viene por el lado de la Competencia de Largos. No por su programación, de la que ya se ha destacado el aporte de juntar en un mismo espacio tiempo el grueso de lo mejor del cine nacional de la temporada. Lo inesperado llega a partir de la novedosa forma en que se resolverá el ganador de esta competencia. Resulta que entre los expositores de un encuentro de críticos y directores para debatir el papel y los espacios de la crítica cinematográfica, se contaba el legendario y polémico Quintín, fundador de la revista El amante cine (una de las publicaciones más importantes dedicadas a la crítica cinematográfica en Latinoamérica) y varios años director del Bafici, jurado aquí en esta tercera edición del Festival. Sin inocencia, Quintín expuso una vieja idea suya de que los debates finales del jurado deberían ser públicos, para obligar a sus miembros a afinar los criterios que soportan su decisión y dotar al proceso de una absoluta transparencia. La idea fue bien recibida por Mazzola y Koza, quienes apoyaron esta extraña experiencia. Lo destacable es que, indagando entre todos los presentes, nadie recordó ningún caso anterior en la historia de los festivales de cine en que el jurado tomara su decisión en estas condiciones. Muchos fueron los que recibieron la idea con entusiasmo, pero también hubo voces críticas, que hicieron notar que el asunto podía volverse una puesta en escena, una mera actuación, con la posibilidad de convertirse en una manifestación innecesaria de crueldad.
Habrá que ver: la deliberación que el jurado realizará este mediodía será entonces frente al público, que si bien no tendrá la posibilidad de participar del debate, ocupará el lugar del espectador, un rol para nada menor dentro de los mecanismos del cine. Tanto Quintín como Campusano y el crítico Juan Manuel Domínguez, que completan la terna de jueces, tendrán entonces la responsabilidad de ser pioneros en territorio virgen. Así, el Festival de Cine y Video Río Negro Proyecta dobla la apuesta y vuelve a demostrar que no le teme a los desafíos. Los que estamos acá sabemos que seremos testigos de lo nunca visto. Bienvenida la experiencia.
Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.
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