viernes, 18 de marzo de 2011

MUSICA - Master of puppets (Metallica, 1986): No es ruido, infeliz. Es música.

Hoy cualquiera habla de Metallica. Dicen: “¡Yeah, Metallica!”, hacen los cuernitos y ponen caras como de estar aguantando las ganas de ir al baño. Los que crecimos escuchando la banda (y otras igual o más tremendas) no podemos sino mirar todo eso con un poco de desdén, con la displicencia de quién ni siquiera se ha dignado a escuchar lo que llevan haciendo desde los ’90, apenas rock para pequeño burgueses. Y no lo hacemos porque sí: sabemos que antes de reencarnar en enemigos de Napster (¡qué amarga es la traición!), los Metallica eran Dios hecho distorsión. Ahí está Master of puppets, el mejor disco de Metal de todos los tiempos, una sinfonía para batería, bajo, dos guitarras y voz, en los que cada tema es el movimiento preciso de una obra mayor. No es ruido, infeliz: es música, y nadie llegó más lejos en la música haciendo tanto ruido. Pero no se trata de ver quién espanta más viejas, sino de todo lo contrario. Se trata de decirle a quien quiera oír: “¡Ea! Acá hay cuatro compositores notables haciendo buena música.” En cuanto a los fanáticos de Slayer, que seguro van a saltar a hablar pavadas: los espero a todos en la puerta. Ustedes pagan la primera vuelta de lo que sea. Y a ver si alguno me regala Reign in blood, que no lo tengo (y me hace falta).

Artículo publicado en el suplemento Cultura de Tiempo Argentino.

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