El acorde (si se puede llamar así a esas tres notas que se repiten como una obsesión, una y otra y otra vez, diferenciándose apenas por variaciones mínimas) es siniestro por mérito propio. Tan básico como oscuro, construido del mismo material con que se tejen las pesadillas del Diablo, parece que nada puede ponerse peor después de ese acorde. Es el Santo Grial de la maldad.
Pero recién entonces, sin avisar (como ocurre con las noticias más terribles), el verdadero horror hace su entrada: una voz enferma, entre el espanto y la locura, nos guiará a partir de ahí en el descenso al lado maligno. “¿Qué es eso delante de mí? Una figura de negro me señala. Retrocedo enseguida y empiezo a correr: ahora me doy cuenta de que yo soy el elegido. ¡Oh! ¡No, no!” Miedo: nosotros también somos el cordero que se ofrece en sacrificio en esa misa negra.
En 1970 casi todo el arco del rock estaba desplegado, y justo cuando la psicodelia hipnotizaba desde cada tocadiscos con lucecitas de colores, llegó Black Sabbath y se cortó la luz. En tinieblas, hace 40 años, Ozzy, Geezer, Iommi y Ward alumbraban la criatura más monstruosa. ¡Dios nos libre del heavy metal!
Artrículo publicado originalmente en el suplemento Cultura de Tiempo Argentino.
¿Es broma, no?
ResponderBorrar¿A quién se le ocurriría hacer chistes con el Diablo? ¿Vos ves que alguien se esté riendo, Anónimo? Con Black Sabbath no se jode, querido...
ResponderBorrarJaja muy bueno lo voy a traducir al ingles y lo voy a usar como letra si no te jode...(?) un abrazo.
ResponderBorrarOli, querido: Adaptá y traducí lo que quieras, como quieras. Pero dedicámelo, pequeño niño perverso. Abrazos para toda la familia.
ResponderBorrarsaxon motorcycle mantaken from 1980's "Wheels Of Steel" from the nwobhm band.
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