jueves, 11 de septiembre de 2008

LIBROS - Vísperas, de Adriana Lunardi: Tras los calídos pasos de las muertas


La muerte no pasa de ser un obstáculo infeliz; no queda entonces más alternativa que sentarse a vivir -verbo demasiado irresponsable para tanta exigencia, se dice en alguna parte- un día por vez, a esperar que al fin llegue inevitable. En certezas así, que lo traspasan, se sostiene Vísperas, el nuevo libro de la brasileña Adriana Lunardi, en el cual a partir de nueve relatos sucesivos, se ofrece al lector una perspectiva posible de las horas finales de nueve escritoras notables: Virginia Woolf, Dorothy Parker, Ana Cristina Cesar, Colette, Clarice Lispector, Katherine Mansfield, Sylvia Plath, Zelda Fitzgerald y Julia Da Costa. Con acierto, Lunardi no se propone comprender ni explicar ni juzgar a sus personajes, sino acompañarlas en esas vísperas en las que la soledad se vuelve ineludible; un tiempo propicio para fantasmas que lejos del estereotipo aterrador, apenas son mensajeros de un pasado íntimo y personal que regresa como una mano tendida. Entre sus páginas se hará tangible la convicción de los últimos y pesados pasos de Virginia Woolf a través del agua; será posible traducir en temor el sarcasmo burlón de Dorothy Parker; y hasta se volverá tierna la insistencia suicida de Ana Cristina César, en busca de la puerta de entrada al país de las maravillas.
La prosa de Lunardi es capaz de proponer una reconstrucción de lo cotidiano en la que aparece (o comienza a aparecer entre velos, al estilo de Raymond Carver) lo secreto y lo íntimo, aquello que de tan evidente se ha vuelto inesperado; pero también sabe deslizarse sobre una poesía elegante, fluida pero construida con sentida solidez, que no por casualidad remite a la de una décima escritora admirable, la joven Marguerite Yourcenar de Fuegos. Y esta correspondencia es importante no sólo por aproximación poética: como en Fuegos, en donde la Yourcenar se apropiaba de nueve personajes, todos ellos mitológicos a su manera, para resignificarlos pasándolos a través del tamiz de sus propias heridas, en este Vísperas Lunardi ha tomado a sus nueve diosas literarias, y por pura literatura se permite darles un nuevo valor, no sólo como artistas sino como mujeres, tan humanas, tan mortales. Una compleja forma de oponer la literatura a la muerte: fundiéndolas en un único y delicado artefacto. La literatura como un ritual para celebrar la muerte, apenas ese obstáculo hacia la eternidad.


(Reseña publicada originalmente en el suplemento Cultura del diario Perfil)

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