jueves, 16 de septiembre de 2021

CINE - "Los voyeristas" (The Voyeurs), de Michael Mohan: ¿Quién mira a quien?

El travelling avanza con suavidad sobre una calle hacia la ochava, donde hay un local de lencería. Atraviesa la vidriera del negocio, en cuyo fondo las cortinas entreabiertas de un probador revelan el cuerpo de una mujer en ropa interior viéndose al espejo. La chica nota la intrusión y mirando a cámara cierra las cortinas con gesto ofendido. Enseguida, una versión empalagosa del clásico de Billy Idol “Eyes without a Face” suena en la secuencia de títulos de Los voyeristas, sobre una sucesión de planos detalle de iris, pupilas, escleróticas, párpados y pestañas. La intensión es evidente: dejar bien claro que no solo la mirada, sino los ojos de quienes miran serán muy importantes en el desarrollo de esta película. Y sobre todo, que nadie está libre de ceder a la tentación de andar por ahí espiando la vida de los otros. En especial usted, el espectador.

Lo que propone Los voyeristas, dirigida por Michael Mohan, es un juego de miradas encadenadas que se sabe dónde empieza pero no dónde termina. El primer eslabón les corresponde a Pippa y Tom, que acaban de mudarse para comenzar la experiencia de vivir en pareja. La película los presenta con la candidez propia de la juventud, seguros de que estar condenados a un destino de felicidad eterna. La primera noche, mientras cenan a oscuras, descubren que pueden ver todo lo que pasa en el departamento de enfrente, cuya superficie vidriada les ofrece el imprevisto show de la vida real. Allá, otra pareja de jóvenes que parecen sacados de una publicidad tienen sexo, mientras los protagonistas se preguntan si está bien quedarse mirando. Aunque al principio Tom parece el más interesado, será Pippa la que un día aparezca con un par de binoculares y ellos también terminarán haciendo el amor mientras espían. 

Intrigados por la vida ajena, Pippa y Tom se cuelan en una fiesta de disfraces para instalar un micrófono y así poder oír además de ver. Y lo que descubren es que no todo lo que brilla es oro. Al mismo tiempo, la hermosa vecina visita la óptica donde trabaja Pippa para hacerse un par de anteojos y la invita a tomar un café. Pippa cree que es una buena oportunidad para revelarle a ella los secretos que su marido le oculta. Con referencias obvias a Doble de cuerpo, de Brian De Palma (y de ahí a La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock), Los voyeristas también es un relato lleno de dobleces. Un laberinto de espejos donde cuesta distinguir la imagen real de su reflejo. Como en la película de De Palma, acá también el erotismo y el deseo forman parte de la ecuación, haciendo que los paralelos se vuelvan más evidentes. Sin embargo, el giro que toma Los voyeristas en su último tercio resulta más inverosímil que inesperado, haciendo que el dilema de la película, más moralista que moral, se corra de la simple curiosidad hacia un asunto bien distinto, tan cuestionable como tirado de los pelos. 

Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.

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