viernes, 18 de junio de 2021

CINE - "El protector" (The Marksman), de Robert Lorenz: Por la mano derecha de Clint Eastwood

Jim es un hombre viejo que tiene su rancho en la Texas profunda. Tan profunda que su propiedad linda con México – literalmente— y a diario ve pasar por sus tierras a quienes con desesperación cruzan la frontera de manera ilegal. Aunque Jim es tan conservador como se puede ser en el territorio más austral de Estados Unidos, en él conviven el apego por la ley, que lo obliga a reportar cada intruso a “la migra”, con una empatía que no le impide tenderle una mano a los que quedan en el camino, vencidos por el agobiante viaje por el desierto. Esa dualidad representa, en escala pero de manera muy gráfica, uno de los grandes desafíos políticos y éticos que el país del norte tiene por delante. Y es de eso de lo que trata El protector, segunda película de Robert Lorenz, conocido por haber sido el asistente de dirección en las ocho películas que Clint Eastwood filmó entre 1995 y 2004 y luego el productor de las doce que rodó entre 2002 y 2014.

Una mañana en la que recorre sus campos cazando a los coyotes que matan a sus vacas, Jim se encuentra con una mujer y su hijo que acaban de cruzar escapando del narco. Con la valla que separa a ambos países de por medio, Jim se bate a duelo con los malos para defender a las víctimas y la mujer acaba muriendo, no sin antes encomendarle a Jim el cuidado de su hijo. Incapaz de no cumplir una deuda de sangre, Jim y el niño comenzarán una travesía por el país, perseguidos por los sanguinarios criminales. Es evidente que esas dos décadas trabajando junto al maestro han sido una enorme escuela para Lorenz: en El protector el "Espíritu Eastwood" está por todas partes. A veces se manifiesta en una forma ética de representar la realidad a partir de la ficción, tomando una posición firme frente al dilema. Y como la manzana nunca cae lejos del árbol, es fácil reconocer en Jim cierto parentesco con los protagonistas de películas como Gran Torino o La mula.

Pero otras veces la presencia de Eastwood se convierte en fetiche, con Lorenz empecinado en hacer de su película un espejo de las de su mentor. Algo que en su ópera prima, Curvas de la vida, era más evidente, en tanto el propio Clint aceptó interpretar un protagónico hecho a medida. Pero esta vez el director no cuenta con él y debió recurrir a un placebo. En ese sentido, la elección de Liam Neeson es un acierto pleno: difícil imaginar otro actor al que las botas del Viejo le calcen con tanta precisión. Otras veces esa pulsión mimética se acerca a la humorada (o al ridículo), como cuando usa a un actor muy (MUY) parecido a Morgan Freeman para un personaje menor. Pero el elemento eastwoodiano que más presente está en El protector es aquella tensión ética, que Lorenz también resuelve sobre la banda derecha del liberalismo. Como muchos personajes de la filmografía de su maestro, las dudas de Jim se destraban cuando decide que a veces el individuo debe resolver por su cuenta aquello que el Estado no es capaz de garantizar a través de sus instituciones.  

Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.

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