jueves, 11 de febrero de 2021

CINE - "Si esto fuera amor" (Si c'était de l'amour), de Patric Chiha: La danza inesperada

Extraño híbrido entre el documental y la adaptación al cine de una obra de ficción, Si esto fuera amor, dirigido por el austríaco Patric Chiha, es una puesta en escena cinematográfica de la pieza coreográfica Crowd (que en inglés significa multitud, pero también plebe, populacho), creada por la artista francesa Gisèle Vienne. Inspirada en la escena rave –fenómeno surgido en el ámbito de la música electrónica en Europa, que vivió su momento de mayor popularidad durante los años ’90 en ciudades como Londres, París y Berlín—, Crowd realiza un retrato colectivo en el que 15 personas comparten una noche de baile y descontrol.

Obra y película tienen la particularidad de jugar con la percepción del tiempo, haciendo que los personajes a veces se muevan en cámara lenta, se aceleren de repente o queden prisioneros de un loop (secuencia de repetición), como si alguien los manejara con un control remoto. El mecanismo remeda el efecto espasmódico que producen las luces estroboscópicas de las discotecas al iluminar los cuerpos que bailan. Pero esa búsqueda de alterar la forma en que la realidad es percibida también recrea, a partir de un dispositivo coreográfico de alta precisión, el efecto de ciertas drogas sintéticas, como el éxtasis, utilizadas con frecuencia por el público de las fiestas electrónicas. Y logra su cometido: las escenas de baile son asombrosas, en especial cuando el movimiento de los cuerpos consigue generar impresiones ópticas y kinéticas inesperadas.

Pero Si esto fuera amor -ganadora del premio Teddy al mejor documental y film de ensayo de temática LGBTQ en la última Berlinale- no se limita a reproducir las coreos de Crowd. Además toma la decisión cinematográfica de ir con la cámara unos pasos hacia atrás, para incluir en el cuadro aquello que en la obra queda fuera de escena. En primer lugar incorpora a la propia Vienne, coreógrafa, creadora y directora de la obra, a quien se ve dándole indicaciones al elenco durante los ensayos. En ellos insiste en la necesidad de que los actores/bailarines se mantengan atentos a sus cuerpos, a las sensaciones que los atraviesan y a lo que eso produce al entrar en contacto con los otros. Porque lo que busca Vienne es crear una especie de red neuronal que genere una conciencia colectiva, herramienta indispensable para conseguir que los 15 cuerpos en escena actúen como si se tratara de uno solo.

Así mismo, Chiha registra distintas conversaciones entre los protagonistas. Ahí es posible comprobar cómo toda esa tensión sexual que fluye entre los personajes durante la obra, también se derrama fuera de ella, alcanzando a sus intérpretes. Como si esos roces en cámara lenta no solo revelaran la sensualidad de su carga a espectadores y personajes, sino que también comienzan a colarse en la conciencia de los propios actores. Esa trama que va fundiendo ficción con realidad a veces produce efectos estimulantes. Pero también va apagando de a poco lo mejor que, por lejos, tiene Si esto fuera amor: la capacidad de poner los cuerpos en acción. 

Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.

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