jueves, 30 de julio de 2020

CINE - "Erase una vez Brasilia" (Era uma vez Brasilia), de Adirley Queirós: La realidad supera a la ciencia ficción

“Se invoca a la Constitución para que el mundo de las apariencias encubra hipócritamente al mundo de los hechos”, se escucha decir en off a la expresidente de Brasil Dilma Rousseff cerca de ser despojada de su cargo en 2016. La mandataria agrega enseguida que las acusaciones en su contra no fueron más que ficción, “meros pretextos basados en una frágil retórica jurídica”. En su último trabajo, el cineasta brasileño Adirley Queirós también utiliza a la ficción, el mundo de las apariencias, para recubrir aquellos hechos, aunque sin hipocresía alguna. La distancia ética entre el hecho histórico –la salida forzada de Rousseff de su cargo— y el hecho artístico –la película Erase una vez Brasilia— no podría ser mayor.
A partir de un formato similar al que utilizó en a su film anterior, el notable Branco sai, preto fica (Blanco sale, negro se queda, 2014), Queirós recurre al molde de la ciencia ficción para construir un espejo extraño en el que ver la realidad. Un viajero intergaláctico es forzado a dirigirse a la Tierra a través del tiempo para asesinar al presidente Juscelino Kubitschek en el año 1959, justo antes de la fundación de Brasilia, ocurrida un año después. Pero algo sale mal y su nave, precaria y desvencijada, termina cayendo en medio del impeachment contra Rousseff. En torno al viajero se agruparán una serie de personajes de extracción popular, quienes sufrieron distintos tipos de abusos por parte de las instituciones, formando una legión de descastados cuyo objetivo es imponer la justicia que se les niega.
“El enemigo está en las calles. El monstruo está en todas partes: en el congreso, en los ministerios, en el palacio de gobierno. El congreso debe ser nuestro. Los ministerios: todos nuestros. Somos un pueblo fuerte, unido y organizado. El enemigo está entre nosotros, conspirando en la oscuridad, enviando mensajes durante la noche. El enemigo dice: ‘yo les daré’, pero después no le da nada al pueblo.” Con esa arenga uno de los líderes del grupo alienta e instruye a los suyos acerca de la naturaleza de su acción.
El monstruo en cuestión es presentado a través algunos de los breves discursos que los congresistas dieron durante la votación del impeachment. “Este gobierno no tiene mayoría parlamentaria. Y en cualquier parlamento del mundo, cuando el gobierno no tiene mayoría no tiene espacio para gobernar.” Así se expresó entonces el diputado Luiz Carlos Hauly, quien remató su alocución diciendo que “en Europa a los gobiernos que no tienen mayoría los derrocan”. La afirmación tergiversa lo que implica un derrocamiento y oculta las diferencias que existen entre los sistemas parlamentarios que rigen a la mayoría de los países europeos y regímenes presidencialistas como el de Brasil. Las mil cabezas del monstruo de Erase una vez Brasilia son la desinformación, la deshonestidad, los argumentos pseudo democráticos para tratar de esconder intereses inocultables.
Aunque la película de Queirós es áspera y de una vehemencia política notoria, también es evidente la intensión lúdica que desarrolla a través de las herramientas del género. Su nave espacial parece el producto de una tecnología basada en el reciclaje, como si la hubiera diseñado un ingeniero que obtuvo su materia prima del cartoneo. Y el viajero del tiempo no luce muy distinto a un habitante de las favelas. Un personaje que desde la Argentina puede ser asociado con ironía al arquetipo del “negro peronista”: si hasta se instaló una parrillita en la nave para hacerse un asado mientras atraviesa el cosmos.
Eso no significa que la película luzca berreta. Al contrario, el cineasta criado en Ceilandia, un populoso (y peligroso) barrio de Brasilia, utiliza elegantes puestas de cámara y fotografía todo utilizando mucha iluminación led para obtener esa luz acerada, típica de las películas de ciencia ficción. O bien recurre a una paleta que va del amarillo al anaranjado, la misma que usan en Hollywood para retratar la sordidez o dar ambiente de distopía post industrial. Todo encaja en este cuadro político. 

La película puede verse en la plataforma de streaming Mubi.

Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.

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