El Festival de Mar del Plata entregó su distinción más importante a un título que hizo honor al clima de este domingo. Mientras durante gran parte del día la temperatura superó los 30 grados y la humedad convirtió al simple acto de caminar en una aventura pegajosa y asfixiante, puertas adentro del majestuoso Cine Teatro Auditorium se llevó adelante la ceremonia de clausura en la que se anunció que el Astor de Oro al Mejor Largometraje de la Competencia Internacional quedaba en manos de O que arde, del español Oliver Laxe, quien también se hizo acreedor del premio a Mejor Guión junto a su compañero de trabajo Santiago Fillol. Vitalina Varela y I Was at Home, But sumaron una nueva estatuilla a sus vitrinas, en este caso el Astor para sus respectivos directores, Pedro Costa y Angela Schanelec. Otro premio compartido fue el de Mejor Película de la Competencia Latinoamericana para A febre, de la brasileña Maya Da-Rin, y Nunca subí al Provincia, de Ignacio Agüero, mientras que Angélica, de Delfina Castagnino, hizo lo propio en la Competencia Argentina. La cerecita de la velada fue el Premio a la Trayectoria para el crítico de Página/12 Luciano Monteagudo, quien un mes atrás anunció su alejamiento de la Sala Lugones del Teatro San Martín luego de haberla programado durante los últimos 40 años.
No hubo grandes sorpresas en el reparto de los premios de la Competencia Internacional, que se distribuyeron entre cuatro de las doce películas en carrera. La elección de la gallega O que arde como Mejor Largometraje resultó casi una profecía autocumplida. Proyectado durante la primera jornada competitiva del festival, el trabajo de Laxe exhibió una potencia cinematográfica tan contundente que el impacto que provocó en el público (y evidentemente también en los jurados) alcanzó para sostener su favoritismo hasta el último día, por encima del resto de las seleccionadas. Se trata sin dudas de la mejor película vista a lo largo de los diez días que duró esta edición, la número 34 del único Festival Clase A de Latinoamérica. Una edición signada por la ausencia de quien fue su presidente durante los últimos once años, el cineasta José Martínez Suárez, fallecido el 17 de agosto a los 93 años. El director de El crack (1960), Dar la cara (1962), Los muchachos de antes no usaban arsénico (1976) y Noches sin lunas ni soles (1984) fue objeto de varios homenajes, entre los que se destacaron las placas con frases suyas que se proyectaron al inicio de cada función.
Por su parte, la entrega ex aequo del Astor de Plata al Mejor Director confirmó, como se preveía, que el perfil de las películas de Costa y Schanelec incluía muchos de los elementos que suelen cautivar a los jurados de los grandes festivales. El preciosismo visual utilizado como plataforma de una poderosa poética fotográfica, la voluntad vanguardista en los términos narrativos y el abordaje de temas de cierta profundidad les confirieron desde el primer día un aura de películas premiables. Que ambos directores llegaran a Mar del Plata habiendo sido galardonados en los festivales de Locarno y Berlín, respectivamente, no hace más que confirmar la idea.
La “colada” de este lote de películas premiadas resultó Planta permanente, de Ezequiel Radusky, que recibió el Astor de Plata a la Mejor Actriz gracias a la labor de la tucumana Liliana Juárez. Planta permanente fue una de las tres producciones argentinas presentadas en la sección, junto a El cuidado de los otros, de Mariano González, y Los sonámbulos, de Paula Hernández, que tendrá su estreno comercial este jueves. Por último, el Premio del Público al Mejor Largometraje de esta competencia lo recibió de forma no menos predecible el efectivo melodrama brasileño A vida invisível, dirigido por Karim Aïnouz, que narra una historia de ribetes feministas ambientada en la Río de Janeiro de la década de 1950, pero que supo leer muy bien el clima de su propia época.
La Competencia Argentina tuvo once películas, ocho de ellas dirigidas por mujeres y, en mayor o menor medida, con epicentros narrativos en cuestiones relacionadas con el universo femenino. Era de esperar, entonces, que el palmarés estuviera dominado por mujeres. Y así ocurrió. Como Mejor Película fue elegida Angélica, segundo largometraje como realizadora de la montajista Delfina Castagnino (Lo que más que quiero, 2010). Hogar, ficción de la italiana radicada en la Argentina Maura Delpero, se llevó una Mención Especial del Jurado.
Laura Citarella y Mercedes Halfon quedarán en la historia de Mar del Plata por haber sido las primeras ganadoras del Premio Martínez Suárez al Mejor Director gracias a su labor conjunta en Las poetas visitan a Juana Bignozzi, centrada en la figura de la poetisa del título, una referente ineludible para la generación de los ’90 y autora de más de una docena de libros. Por su parte, el trabajo elegido como Mejor Cortometraje fue Playback. Ensayo de una despedida, en el que la realizadora Agustina Comedi (la misma de la extraordinaria El silencio es un cuerpo que cae) vuelve a trabajar con imágenes de archivo para indagar en la historia de un grupo artístico de travestis y transformistas.
Artículo escrito junto a Ezequiel Boetti y publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.
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