Ocurre con frecuencia que caminando apurados por la ciudad (como siempre, porque Buenos Aires es una ciudad de gente apurada), al levantar la vista un edificio desconocido nos provoca una gran sorpresa, como si de repente hubiéramos perdido el rumbo o peor, como si hubiéramos atravesado sin darnos cuenta un portal interdimensional que nos transportó hasta una realidad en la que nunca antes habíamos estado. Aunque dicho así suena inverosímil, se trata de una experiencia bastante habitual.
En efecto, los habitantes de los grandes centros urbanos del mundo suelen ignorar casi todo de respecto de su entorno, incluyendo algunos tesoros maravillosos que sin embargo están ahí, esperando a ser descubiertos. Esa es la aventura a la que invita Open House, el curioso festival de arquitectura que se realiza en muchas de las ciudades más importantes del mundo y que en Buenos Aires ya va por su quinta edición: revelar ante la vista de los transehuntes los secretos de la ciudad a la que pertenecen pero que recorren a diario como extranjeros. O más grave todavía: como ignorantes.
Las actividades de esta quinta edición de Open House Buenos Aires tendrán lugar el sábado 28 y el domingo 29 de octubre, abriendo las puertas de un centenar de edificios de gran valor arquitectónico, cultural y patrimonial. La idea es que los mismos puedan ser visitados por el público, propiciando una forma de encuentro distinta y potente a través de la cual conocer mejor a estos diferente espacios emblemáticos de la identidad de la ciudad.
“No sé si existe una teoría al respecto, pero creo que hay varios factores para que esto pase”, arriesga Santiago Chiban, uno de los arquitectos responsables de la organización del Open House Buenos Aires, tratando de explicar por qué las personas parecen moverse como ciegos al entorno de las grandes ciudades en las que habitan. “Por un lado las grandes ciudades nos cargan constantemente de estímulos que no nos permiten un ámbito de relajación propicio para poder apreciar la ciudad. Por el otro lado vivimos a la velocidad de nuestros trabajos, que nos obligan a resolver todo de inmediato y caminamos por la calle pensando si llegamos a terminar las tareas de ese día, con la cabeza puesta ahí y no en el lugar en el que estás.” Y destaca la aparición de un elemento de distracción omnipresente y nada menor: el teléfono celular. “Los pocos momentos donde antes nos distendíamos hoy los ocupa el celular”, reflexiona, “así que cada vez estamos menos en donde estamos y más en otros lados.”
Para ir en contra de esa especie de autismo urbano en el que la vida cotidiana sumerge a los habitantes de las grandes ciudades, el Festival Open House Buenos Aires propone una serie de actividades centrada en un centenar de espacios que podrán visitarse. La dinámica incluye la guía de un experto y en el caso de muchos edificios privados o domésticos, la presencia de los actuales dueños. ¿Pero es posible pensar que la arquitectura equivale a la huella digital de una ciudad y que a través de sus edificios puede conocerse su identidad? “Creo que la arquitectura se termina acomodando a otros factores que terminan determinando la estructura de la ciudad. Esos factores son muchísimos, y fueron cambiando con el correr del tiempo. La geografía, la cultura, la economía, la cultura, la gestión pública, y tantos otros factores terminan definiendo la arquitectura de cada momento”, reflexiona Chiban. “En todos esos elementos hay un factor determinante que es el habitante, cargado por un montón de información previa, y que es quien termina de definir la arquitectura de cada lugar”, continúa. “Vivimos en una ciudad en donde tuvimos una gran inmigración europea a principio del siglo XX y claramente esto se reflejó en la arquitectura de ese momento. Tenemos edificios con influencias italianas, españolas o francesas que luego se fueron modificando a medida que también se modificó la población.”
La versión porteña del Festival Open House es, sin embargo, el exponente local de una actividad que se realiza en muchas de las ciudades más importantes del mundo. New York, Londres, Oslo, Milan, Zurich, Dublin, Lisboa y Tel Aviv, entre otras, también tienen su propia versión del Festival. Cada una de ellas tiene su propia arquitectura y tal vez a través de ellas sea posible saber algo más, conocer algunas características capaces de definir a sus propios habitantes. ¿Son las personas quienes definen los espacios o será que estos son capaces de forjar la identidad de quienes los habitan? “Creo que es reciproco y que hasta fue cambiando según cada momento histórico”, opina Chiban. “A principio del siglo pasado fue claramente la influencia de los habitantes la que transformó la ciudad. La gran inmigración, que venía con nuevas ideas terminó marcando un camino de lo que iba a ser la arquitectura de esa época. Pero tal vez en otros momentos fue la arquitectura que heredamos la que también nos fue marcando a los habitantes. Quienes hoy habitamos esos espacios no podemos escapar de ese marco que nos propone la ciudad y que de alguna manera nos modifica”, completa.
El concepto Open House surgió en Londres en 1992 con el objetivo de mostrar a los habitantes cómo las ciudades bien diseñadas pueden mejorar sus vidas, abriendo ejemplos de excelencia arquitectónica al público. Es por eso que la experiencia no se acaba en las fachadas, revelando esos secretos que están a la vista de todos, sino que también le propone al visitante introducirse en el alma, en el interior de algunos de esos edificios. “Siempre decimos que no podemos entender a la arquitectura si no está habitada”, reflexiona el Chiban. “Los arquitectos estamos acostumbrados a ver la arquitectura en libros y revistas, en fotos perfectas muchas veces sin gente, pero esa no es la realidad. Como arquitectos diseñamos espacios para ser habitados y Open House quiere mostrarlos así. Nos parece que para entender los por qué de cada una de las decisiones del proyecto de las obras es fundamental conocer cuáles fueron los requerimientos de los usuarios, e inclusive ver como éstos también se fueron transformando según las necesidades. Entendemos a la arquitectura viva, en movimientos y transformación, y por eso Open House propone mostrarlos así”, concluye.
Entre el centenar de espacios y edificios que se podrán visitar durante esta quinta edición vale la pena mencionar al Teatro San Martín, el Zanjón de Granados y Casa Mínima, Palacio Barolo, Casa Scout, Banco Hipotecario (ex Banco de Londres), Edificio Editorial Perfil, Edificio Darwin (ex Talleres Enrico Dell’Acqua y Cía), Edificio IBM y la Torre Interama, entre otros. Como cada año, se realizarán circuitos y actividades complementarias que ofrecerán al visitante la opción de recorrerlos a pie, en bicicleta, a través de fotografías o en los muros de la ciudad. Pero no solamente de espacios públicos vive Open House, sino que también se podrán visitar construcciones y casas de familia de clase media, edificios de departamentos o PH. “Se trata de mostrar los valores que tiene cada una de las obras que mostramos. Admiramos aquellos palacios clásicos o monumentales, pero también encontramos mucho valor en otras obras modernas o contemporáneas que tal vez no son tan reconocidas por el ciudadano común, porque no las conoce o son más difícil de entender”, explica Chiban. “Justamente uno de los objetivos de Open House es que todos empiecen a conocer, entender y a partir de eso valorar la arquitectura moderna o contemporánea. Cada una de las 106 obras participantes de esta quinta edición tiene un valor particular. Las elegimos por eso, y lo que queremos es que el público las descubra. A partir de esto creemos que los habitantes de esta ciudad van a empezar a valorar, entender y conocer parte de la arquitectura que tal vez hasta ahora le pasaban por alto. Creo que la experiencia les va a permitir poder exigir espacios de calidad y esto va a hacer que la ciudad se cada vez mejor. O por lo menos eso es lo que nos gustaría que pase”, finaliza el arquitecto.
Artículo publicado originalmente en el portal de noticias de Tiempo Argentino.
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