Encontrar un orden en el caos. De eso se trata a fin de cuentas la historia de la humanidad, su cultura, su técnica y su arte. De acomodar las piezas de tal modo que pueda llegar a explicarse, de forma racional, todo aquello para lo que quizá no haya explicación alguna. Y de eso se trata también, antes que de ninguna otra cosa, el cine: de crear, seleccionar y acomodar una serie de imágenes, una a continuación de la otra, en un intento siempre imperfecto de contar una historia, de ordenar el caos. El ciclo Arde Hollywood – Foco Charlie Lyne, que a partir de este jueves a las 19 tendrá lugar en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (MACBA), expone y confirma ese carácter de forma contundente y explícita. No sólo porque las películas incluidas, que son sólo tres, encuentran en el montaje su principal herramienta, sino porque además se trata de tres trabajos en los que dar con un principio de orden se extiende incluso más allá del cine mismo.
Basada en la filmografía del joven inglés Charlie Lyne, uno de los críticos que en algún momento decidió dar el paso que separa a la teoría de la práxis, si algo parece proponerse la muestra curada por Malena Souto (programadora del espacio de cine del MACBA y responsable de Arde Hollywood, con la colaboración del programador del Festival de Mar del Plata Pablo Conde), es exponer la circularidad perfecta que produce el ciclo vital de ver películas, pensar sobre ellas, diseccionarlas y a partir de sus miembros amputados construir una criatura nueva. Es lo que Lyne ha hecho en Beyond Clueless (2014) y Fear Itself (2015), intensos ensayos de forma cinematográfica en los que aborda y analiza los films sobre adolescentes en la escuela secundaria y el cine de terror, respectivamente, a partir de volver a montar escenas de una larga lista de títulos que exceden a ambos géneros.
Si bien la adolescencia puede convertirse en el paraíso perdido para algunas personas en su madurez, lo cierto es que incluso para los más afortunados se trata de una época dolorosa, resultado de un amasijo en el que el miedo y la angustia se aplastan contra el deseo y la furia. Un coctel Molotov de hormonas y sentimientos que suelen desbordar la capacidad de esos chicos y chicas que avanzan monstruosamente hacia su encarnación adulta. Beyond Clueless recorre el imaginario de esas películas que, ya sea en tono de comedia, drama e incluso horror, consiguen apropiarse de ese sentimiento convertido en vida, al que se conoce como pubertad.
A partir de un desarrollo similar, Fear Itself desmonta los mecanismos del cine de terror y las motivaciones que llevan a que algunos espectadores disfruten de él, mientras otros le huyen como si del mismo diablo se tratara. La película de Lyne le habla a ambas facciones: “tal vez siempre estamos moldeando nuestros propios temores, dándole forma a nuestro modo de experimentar el mundo”; o bien: “cuando nos alejamos de lo que nos asusta sólo le estamos dando más poder en nuestras vidas”. En tal caso y a modo de conclusión, también sostiene que “para entender al verdadero monstruo debemos aceptar y comprender lo poco que nos separa de él”.
El ciclo se completa con Stand By for Tape-Back, suerte de relato autobiográfico dirigido por el escocés Ross Sutherland, pero producido por Lyne. Basado en un VHS que supuestamente perteneció al abuelo del director, en el que se amontonan de modo fortuito las capas de lo que este fue sobregrabando de la televisión a lo largo de los años, el film pone de manifiesto el oficio de poeta, lenguaje de origen de Sutherland. El director va hilvanando un texto que se ajusta como el látex sobre un cambalache de imágenes dispersas, en el que la desprolija sucesión de fragmentos de películas como Los Cazafantasmas o Tiburón, series, programas y publicidades de televisión, y partidos de la Premiere League, van cobrando un sentido mágico que Sutherland insiste en vincular con su propia vida. Sacando el formato VHS sobre el que el cineasta trabaja, Stand By for Tape-Back se integra al linaje de otros infrecuentes filmes autobiográficos, como Del tiempo y la ciudad, de Terence Davis; My Winnipeg de Guy Maddin; o Apuntes de una biografía imaginaria de Edgardo Cozarinsky.
Como en un sistema circular, las películas de Lyne parecen encontrar en la de Sutherland su principal justificación: “El cerebro es tan eficiente que a veces encuentra patrones en cosas que resultan ser totalmente azarosas”. Hallar un cosmos en el caos, la más absoluta falta de orden, es lo que propone de forma explícita el escocés en las primeras líneas de Stand By for Tape-Back. Y de eso se tratan Fear Itself y, sobre todo, Beyond Clueless: de inventar un rastro de migas de pan ahí donde el resto apenas ha encontrado una larga lista de películas que, en el mejor de los casos, pueden haber resultado un entretenimiento aceptable y en el peor, relatos cuya revisión no parecía valer la pena.
“Una imagen es una ventana que sólo puede contarnos una parte de la escena”, afirma también la voz en off de Fear Itself. Si así fuera, la labor de Lyne constituye un panóptico en el que muchas ventanas van ofreciendo una imagen cada vez más amplia, aunque tal vez nunca completa, no sólo del objeto observado, sino de la vida misma. Una lectura que parece volver interesante e incluso relevante a una buena cantidad de películas, muchas de ellas malas, pero que conducen a la misma vieja pregunta: ¿Dónde está el arte? ¿Está en la mano que ejecuta o en la mirada que le encuentra un sentido, un significado más allá del objeto en sí mismo?
Sin embargo, más allá de esta simpatía, también existe una diferencia radical entre las formas en que Lyne y Sutherland construyen su cine. Diferencia que puede pasar desapercibida en una primera mirada en la que sólo se distingue el procedimiento de collage o patchwork (que en el cine se insiste en llamar foundfootage) que parece hacerlas coincidir, pero que se vuelve evidente y hasta obvia a medida que se piensa más y más en ellas. En esas miradas posteriores, en ese retornar a las películas que ocurre en la mente de cada espectador cuando el cine ha conseguido conmoverlos, es posible reconocer que los trabajos de uno y otro nacen de dos lógicas y dos procedimientos formalmente diversos y aún más: opuestos.
Mientras que Lyne construye una línea coherente a partir de ensamblar fragmentos dispersos en un orden determinado por su propio pensamiento, Sutherland va modelando su discurso hasta hacerlo coincidir de manera ajustada con una serie de imágenes montadas previamente de forma accidental, sin una mirada que las sostenga ni justifique su origen (o al menos eso es lo que el cineasta invita a creer). Así, mientras que en Beyond Clueless o Fear Itself Lyne se dedica a acomodar el caos, en Stand By for Tape-Back es Sutherland quien se acomoda a él. Y yendo todavía más allá, mientras que Lyne intenta explicar su teoría valiéndose de imágenes que la confirmen, Sutherland en cambio apenas parece intentar justificarse a sí mismo, inventando una explicación que le permita continuar con su propia vida, en paz. Si en algo coinciden estos ensayos que los dos directores británicos proponen, es que ambos intentos son dignos de verse.
El ciclo Arde Hollywood – Foco Charlie Lyne tendrá lugar en el MACBA, Av. San Juan 400-302, todos los Jueves a las 19, del 8 al 22 de Junio. Entrada general: $40. Estudiantes, docentes y jubilados acreditados: $30. Menores de 5 años y discapacitados: sin cargo.
Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.
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