Por Juan Pablo Cinelli
Brasil, país tropical, sinónimo de alegría, de carnaval y fútbol. Tierra de garotos y garotinhas, patria de artistas enormes, de Amado a Clarice en la literatura o Niemeyer en la arquitectura, pero sobre todo en la música: de Caetano a Gilberto, de Elis a Gal, de Ney, Rita y Hermeto a Chico, Bethania o Vinicius y la lista sigue al infinito. Y también de Glauber, Peixoto o Cavalcanti, grandes hombres del cine que hoy tiene sus herederos en los nombres de Kleber Mendonça Filho, Walter Salles, Gabriel Mascaró, Fernando Meirelles o Adirley Queirós, quienes representan una vasta paleta estética dentro del arte que se construye recortando las luces y las sombras. Una tierra tan rica que, sin embargo, hoy no puede ocultar el daño causado por tanto impeachment y Lava Jato. En medio de ese cataclismo político el festival Florianópolis Audiovisual Mercosur, el FAM, representa un oasis no sólo en el área específica del cine, sino también en tanto espacio de expresión para una sociedad políticamente muy activa, como la de esa ciudad tan cercana a los argentinos, capital del sureño estado de Santa Catarina.
Celebrando sus 21 años de actividad ininterrumpida desde 1997, el FAM es un espacio que ha decidido entender al cine como arte y entretenimiento, pero también como una herramienta política y social, capaz de funcionar como un canal eficiente que pone en evidencia las necesidades expresivas de la comunidad que la contiene. Un punto de encuentro entre público y artistas del que necesariamente surge un nuevo discurso común que dialoga constantemente con la realidad. En la edición del año pasado ese carácter quedó en evidencia de forma muy clara: el FAM se convirtió en un espacio efervescente en donde espectadores y cineastas coincidieron en el repudio unánime tanto de la destitución de la ex presidente Dilma Rousseff, como de la asunción irregular de Michel Temer, quien hasta ese momento se había desempeñado como su vicepresidente pero que también fue un engranaje fundamental en aquella conjura de los necios. De ese modo, el acto de apertura del festival ofició de escenario en donde el descontento fue puesto en escena, con representantes de distintas organizaciones sociales apropiándose del espacio mientras el auditorio los respaldaba con la consigna “¡Fora Temer!” pronunciada a voz en cuello, lema que los cobijaba a todos como un paraguas en medio del temporal.
Con el Lava Jato como nuevo frente de la misma tormenta, este año las perspectivas se presentan casi idénticas y permiten pronosticar que las turbulencias políticas volverán a ocupar una parte importante dentro de las actividades del FAM 21. Y el festival –que cuenta con el apoyo del Consulado Argentino en Florianópolis, el INCAA y que es dirigido desde su fundación por Antonio Celso dos Santos, gestor cultural de ineludible presencia en su ciudad—, parece confirmar desde su programación la determinación de aceptar ese destino manifiesto de ser un espacio simultaneo en el que se entretejen el arte, el entretenimiento y lo político. Que de todo eso está hecho el cine. Con su sede instalada en el amplio auditorio de la Universidad Nacional de Santa Catarina, la programación del FAM se desarrolla del 20 al 25 de junio y cuenta con cinco secciones, siendo las tres más importantes las muestras de largometrajes y cortos Mercosur y la muestra documental, todas ellas de carácter competitivo.
La muestra de largos se encuentra integrada por seis títulos, incluyendo a la argentina Corralón, de Eduardo Pinto; la uruguaya Las toninas van al este, de Verónica Perrotta y Gonzalo Delgado; la brasileña Anauê, de Zeca Pirés y tres coproducciones múltiples: Magallanes, del peruano Salvador del Solar; Oscuro Animal, del colombiano Felipe Guerrero, y Mulher do Pai, de la local Cristiane Oliveira. Tanto Magallanes como Oscuro animal ya han tenido su estreno en la Argentina y en ambos casos se trata de ficciones que poseen un fuerte componente histórico y político vinculado con el pasado reciente de sus países. En la primera ese telón de fondo le corresponde a los años de Sendero Luminoso y su protagonista es un hombre ligado a un hombre fuerte de la represión militar, que es acosado por la culpa. En la segunda también se trata de constatar los efectos que produjeron los largos años de enfrentamiento armado entre las guerrillas y el estado en la sociedad colombiana, pero visto a través de los padecimientos de tres mujeres que de diferentes modos se encuentran en contacto directo con esa realidad. Anauê, por su parte, es una investigación centrada en las comunidades alemanas radicadas en la ciudad de Blumenau, que como Florianópolis también pertenece al estado de Santa Catarina, y los acontecimientos ocurridos ahí durante la Segunda Guerra. El film intenta desentrañar los posibles vínculos que aquellas colonias pudieron tener (o no) con el nazismo.
Las tres películas restantes se encuentran netamente en el terreno de la ficción. La argentina Corralón es un thriller protagonizado por Luciano Cáceres, Pablo Pinto, Joaquin Berthold, Brenda Gandini, Carlos Portaluppi y Nai Awada, que formó parte de la sección Noches Especiales durante la última y reciente edición del Bafici. En ella el retrato social se funde con el relato de género, para contar una historia de violencia cuyos personajes principales son dos amigos que trabajan en el corralón del título. Un drama que deviene tragedia por la vía del suspenso y una aguda mirada que permite que lo social se cuele entre los resquicios de la narración. En el otro extremo del arco emotivo se encuentra Las toninas van al este, una comedia en la que la conciencia de clase (alta) no exenta de ironía es el instrumento elegido para contar la historia de un viejo actor rioplatense, gay y algo decadente, que se niega a recibir la visita de su hija en su casa de Punta. Hasta que se entera que será abuelo y la noticia, como una explosión en la cara, lo ponen violentamente frente a sus propias miserias. Mulher do pai en cambio es un drama cargado de notas sórdidas que registra el entramado de vínculos un campesino que vive con su hija en la frontera que comparten Brasil y Uruguay, y una mujer seductora que irrumpe en la vida de ambos.
En la sección documental se destaca Manos Unidas, del boliviano Roly Santos, que aborda los misterios en torno de las mutilaciones sufridas por los cuerpos de Juan Domingo Perón, el Che Guevara y Víctor Jara, todos ellos despojados de sus manos una vez muertos o, como en el caso del poeta y músico chileno, mientras aún estaba vivo. Por su parte Abriendo el armario, dirigido por Darío Menezes y Luis Abramo, y de título más que gráfico, trata sobre la lucha por los derechos de los movimientos LGBTI en Brasil. De título no menos obvio, Necesitamos hablar de acoso, de Paula Sacchetta, aborda el tema de las mujeres víctimas de violencia de género en las ciudades de Río y San Pablo.
Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.
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