viernes, 16 de agosto de 2013

CINE y LIBROS - Werner Schroeter en la sala Lugones: El arte es una excusa (Entrevista con el productor Frieder Schlaich)

La sala Lugones del teatro General San Martín presentará a partir de mañana y hasta el domingo 1º de septiembre el ciclo Superar la insoportable realidad, dedicado a repasar la compleja y rica filmografía del alemán Werner Schroeter. Organizada con la colaboración el Goethe Institut, en ella se incluyen 19 de los más importantes filmes del director, fallecido en 2010. Schroeter es uno de los más destacados cineastas surgidos en Alemania en los tan ricos como revulsivos años 70, integrando una generación sumamente heterogénea en la que también se destacan autores como Reiner Werner Fassbinder, Alexander Kluge, Werner Herzog o Wim Wenders. 
Lo que diferenciaba a Schroeter del resto de su generación era una avidez multifacética que lo llevó a incursionar en otras artes como el teatro, la ópera, la literatura, aunque sin dudas era la música el eje sobre el que rotaba su multifacético espíritu creador. Schroeter fue amigo devoto de María Callas, Michel Foucault y Rosa von Prauheim, y su obra es el reflejo de un talento irrepetible, que parece no participar de las corrientes estéticas que le fueron contemporáneas. Como si perteneciera antes al pasado o al futuro que al presente que le tocó vivir. Cómo si su espacio creativo estuviera fuera del tiempo. Durante el ciclo también se presentará el libro Schroeter, una autobiografía, prologado por la ganadora del Nobel de Literatura Elfriede Jelinek, amiga del director. 
El alemán Frieder Schlaich, productor de las últimas películas de Schroeter, se encuentra en Buenos Aires para presentar las primeras proyecciones del ciclo que comienza mañana, y brindar una charla sobre el director que tendrá lugar hoy a las 17 en la Universidad del Cine Pasaje J.M. Giuffra 330, con entrada libre y gratuita. “Trabajé como productor de sus películas desde 2004 hasta su muerte en 2010”, dice Schlaich, “y en aquel momento, en el que teníamos una relación de amistad bastante estrecha, todo el mundo conocía su nombre pero nadie había visto sus películas”. Esa invisibilidad fantasmal fue una de las características que signaron la carrera de Schroeter dentro de su propio país. “Cuando apareció en los años 70, Schroeter fue como una especie de ave paradisíaca, un talento muy singular. Claro que en aquella época había muchísimas de estas figuras”, concede el productor. “Estaban los tres grandes Werner del cine alemán: Fassbinder, Herzog y él.”

-¿Había entre ellos algún tipo de camaradería o sentimiento generacional?
-No diría eso. Fassbinder reunía a una especie de grupo en torno a sí mismo, al que manejaba con bastante celo. Hace poco me encontré con un actor que formaba parte de ese entorno. Él me dijo que entre ellos había cierta competencia, sobre todo entre Fassbinder y Alexander Kluge. Schroeter se mantenía un poco al margen de eso. Fassbinder ejercía mucho poder sobre su círculo y establecía límites muy claros para determinar quién pertenecía a su familia y quién no. Schroeter estaba en el otro extremo: tenía una cuestión muy fuerte con el tema de la libertad y permitía que los demás hicieran lo que les parecía que debían hacer. Estaba en contra de ejercer esas relaciones de poder y en ese sentido también se aleja de Herzog. Sin embargo tenían un gran respeto y una gran admiración por Schroeter, porque era el más formado de todos ellos: sabía de literatura, de ópera y de música en general, y por eso provocaba sobre los otros un respeto intimidante.  
-¿Pero no se generaban entre ellos líneas de influencia mutua?
-No creo que haya habido influencias entre ellos, pero sí en lo que se refiere a las generaciones más jóvenes. Pero siempre en una medida limitada, porque Schroeter era realmente muy poco conocido. Esa influencia limitada también se relaciona con lo que ha sido la evolución del cine en los últimos 30 o 40 años, porque a partir de los 70 el cine comenzó a volcarse cada vez más hacia sus variantes más comerciales y narrativas. Schroeter nunca adscribió a esas estructuras y mientras más se acentuaba esa tendencia, más marginal se volvía su trabajo. Siempre quedó un poco apartado de la movida artística y esa libertad le permitió derivar hacia el teatro, la literatura o la ópera.  
-Esa multiplicidad de intereses parece ser un indicio de que realmente no le interesaban los géneros sino como herramientas para intentar plasmar un ideal de belleza.
-No conozco tanto su trabajo en teatro como el de cine, pero se podría decir que para él uno de los focos era el tema de la música, y por supuesto el tema de la belleza, que aparece muy fuertemente en todos sus trabajos como un objetivo central. Pero lo más importante era mantenerse activo, estar siempre trabajando, y en realidad la forma era casi irrelevante, porque saltaba de una a otra con gran facilidad, aunque su principal herramienta fuera el cine. Para él no había una casa ni una familia: dedicaba todo su tiempo a pensar en sus próximos proyectos.
-¿Cuán influyente es hoy la obra de Schroeter, a pesar de esa marginalidad?  
-En realidad se puede decir que el último que tenía algunos puntos de contacto con el cine de Schroeter era Christoph Schlingensief, pero murió en 2010 a los 39 años, tres meses después de pronunciar un discurso durante el funeral de Schroeter. De algún modo él era heredero de esta línea de cine no narrativo, pero la estructura del cine actual, hace que prácticamente nadie se vuelque a realizar este tipo de relato cinematográfico, lo cual es muy triste. El mismo describía su obra como patética, trágica y descomunal, en donde todo estaba llevado al exceso, algo que hoy se ve muy poco, porque el cine moderno tiende a la reducción y quizá se le teme a esa expresividad.

Actividades y proyecciones

Hoy a las 17, el productor Frieder Schlaich dará una charla sobre Werner Schroeder en la Universidad del Cine. Pasaje J.M. Giuffra 330, San Telmo. La entrada es libre y gratuita. El propio Schlaich tendrá a cargo la presentación de las funciones de Eika Katappa, debut cinematográfico de Schroeter ocurrido en 1969, y que representa la primera proyección del ciclo Superar la insoportable realidad. Las proyecciones serán mañana a las 14:30, a las 18 y a las 21. El martes 20 a las 19:30 en la misma sala Lugones, será el turno de la presentación del libro Schroeter: una autobiografía, a cargo de un panel integrado por Marcelo Panozzo, director del BAFICI, Gabriela Massuh y Pablo Schanton. El viernes 30 podrá verse De la Argentina, documental que aborda los años del terrorismo de estado, rodado durante una visita del director al país durante la última dictadura militar. A las 14:30, 17, 19:30 y 22. El ciclo cerrará el domingo 1º de septiembre, con la proyección de Maliná, uno de sus films más reconocidos. A las 14:30 y 19:30, en la sala Lugones, Av. Corrientes 1530. 

Artículo publicado orginalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.

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