miércoles, 31 de julio de 2013

CINE - Entrevista con Pablo Rodríguez Jáuregui: Animar nuevos espacios

Foto: Serena Cinelli García

Parece una cuestión de modas. Con el público enfervorizado con el estreno de Metegol, el nuevo trabajo del ganador del Oscar Juan José Campanella (el primero que realiza en dibujos animados) que en sus primeros 10 días de exhibición superó el millón de espectadores y se candidatea a ser la película del año, la animación parece ser el tema del que todo el mundo habla. Aunque da la impresión de que Metegol marcará un hito en la historia del género en el país, tal vez no sea este el trabajo más importante que se ha hecho al respecto. Hay una tradición de muchos años en cine animado en la Argentina, desde los viejos cortos de Patoruzú, exitoso personaje que Dante Quinterno animó a principios de los años 40, y la galería de creaciones del legendario García Ferré, al trabajo casi misionero que el gran Caloi realizó en la difusión de este arte desde su clásico programa de televisión, Caloi en su tinta. Justamente en ese programa colaboró durante años el animador y docente rosarino Pablo Rodríguez Jáuregui, quien hoy es uno de los referentes a la hora de hablar de la docencia, la difusión y la creación de dibujos animados en la Argentina.
Ganador de un premio Konex en el área del Video Arte, y de importantes premios en festivales de cine de todo el mundo, Rodríguez Jáuregui es una de las figuras más destacadas del panorama cultural y artístico de su ciudad, Rosario. Uno de sus grandes logros es la fundación de la Cooperativa Animadores de Rosario, entidad que nuclea a los artistas dedicados a trabajar contenidos audiovisuales desde la animación. Desde ahí creo en el año 2006 la Escuela para Animadores de Rosario, centro de estudios dedicado a la formación de artistas y comunicadores que buscan incorporar este oficio entre sus herramientas de trabajo. Pero también a iniciar a chicos y adolescentes en los primeros rudimentos de esta disciplina que Rodríguez Jáuregui considera fundamental en los tiempos que corren. Este emprendimiento depende del Centro Audiovisual de la Municipalidad de Rosario, ente que también se encarga de organizar y llevar adelante el prestigioso Festival Latinoamericano de Video de Rosario y el Festival Internacional de Cortometrajes para Niños Ojo al Piojo. 
“Nuestra escuela para animadores comenzó con un curso anual para adultos, pero enseguida surgió como una necesidad planteada por la gente del Centro Audiovisual, la idea de abrir un espacio para chicos”, dice Rodríguez Jáuregui. Y también destaca la importancia de sostener y ampliar un proyecto educativo y de formación: “A lo largo de estos 8 años fuimos recopilando una cantidad de material didáctico que luego es puesto en función de otros emprendimientos, como los encuentros de escuelas de animación de todo el país que hacemos cada dos años, un proyecto dirigido a los talleres de escuelas públicas que trabajan con cine y animación, en donde compartimos nuestra experiencia didáctica con colegas de otras escuelas, tratando de hacer una experiencia pedagógica diversa de las carreras que se dictan en Buenos Aires.” Una manera federal de pensar los espacios creativos. 

-El estreno de Metegol ha puesto en vidriera el oficio del animador. ¿Qué importancia tiene hoy la animación como herramienta comunicacional?
-La animación es una herramienta muy potente, a partir de la cual se pueden generar un montón de proyectos, pero a la que inmediatamente se asocia con su aplicación industrial, con su uso para crear productos para la televisión y la publicidad. Esa asociación con la industria presupone que para hacer animación es necesario montar una productora o un estudio, o tener una estructura de producción fabril. Nosotros en cambio fundamos una escuela de oficio para aprender a hacer dibujos animados en una ciudad en donde no hay estudios ni productoras de dibujos animados. Por eso definimos el perfil de la escuela como una experiencia que se puede enmarcar dentro de lo que es la educación por el arte. 
-¿Qué tipo de personas se busca captar con los cursos que se dictan en la escuela?
-La participación de la gente común en el mundo del arte, el dibujo o la animación, suele limitarse a consumir los trabajos que produce una elite muy especializada que supuestamente posee un talento especial. Tratamos de no naturalizar el hecho de que el 99,9 por ciento de la población solamente consume mensajes audiovisuales y sólo un 0,1 por ciento los produce. En nuestro caso lo que intentamos es que los chicos o los adultos que ingresan a los cursos se pasen a la vereda del realizador, de ser consumidores a convertirse en emisores de mensajes. Y que siempre se produce con un direccionamiento y una intención. 
-Por la importancia que tiene hoy la comunicación audiovisual en la vida cotidiana, ¿creés que la instrucción en este tipo de lenguajes debería ser parte de la alfabetización básica?
-Este panorama sería muy distinto si todo el mundo pudiera dar por sentado desde la escuela que hacerse entender por medios gráficos es tan indispensable como saber leer, escribir o sacar cuentas. No está bueno que venga un adulto y te diga que no sabe, no puede o no sirve para dibujar. Tratamos de correr ese límite. Por suerte, aunque no está formalizado, todo el mundo llega a los cursos con un conocimiento intuitivo del lenguaje audiovisual. Aunque no sepan cómo llamar a los planos ni de qué se trata el montaje académico, si agarran un celular o cualquier cosa que grabe imágenes, tienen un criterio para encuadrar, para cortar o mover la cámara. Lo que hacemos nosotros es sembrar la inquietud de que uno se puede hacer entender con los rudimentos del lenguaje, como quien manda un mensaje de texto sin artículos ni signos de puntuación, o puede tener las herramientas del lenguaje audiovisual bajo control, para poder expresarse con mayor precisión
-¿Cuál es el escenario con el que se encuentran los egresados de los cursos?
-Por un lado este es un momento súper jugoso en relación a todo lo que tiene que ver con la posibilidad de producir piezas audiovisuales. Pero por el lado de los medios masivos ocurre lo contrario: todo está más concentrado, cada vez más unificado el discurso, más terrible lo que se ve en la televisión. En los noticieros, las ficciones, los programas de opinión política todo está llevado a un grado de grotesco muy duro, lo contrario de lo que buscamos acá. Nuestro objetivo es la diversidad de voces, en donde el pibe que viene de una formación universitaria y el padre lo trae en auto tiene un discurso por distinto del que sólo tiene el secundario, que viene en bicicleta desde un barrio y se acercó porque le gustan los dibujos animados. Son distintos recortes de la realidad y a nosotros nos gusta que esa diversidad aparezca. Es lo opuesto a meterse en el mundo de la televisión, cuyo objetivo es que todo vaya para el mismo lado.
-En este marco cultural, ¿qué importancia tiene formar artistas o comunicadores que puedan producir trabajos con una mirada local? 
-Creo que el día que se llegue a implementar la Ley de Medios va a ser muy importante que haya gente capacitada para realizar productos audiovisuales. En este momento sólo están las intenciones y para que se cumpla debería abrirse el abanico de los medios de un modo brutal. Hoy estamos todavía en la previa de la previa de la previa, pero el día que se implemente debería haber trabajo para mucha gente. Nosotros desde la escuela hacemos un programa, Cabeza de ratón, un dibujo animado para chicos que emite por canal 5 los sábados a las 16. Para meternos en la televisión de aire tuvimos que trabajar sobre formatos similares a los que ya existen: pensá que nosotros hacemos Cabeza de ratón con dos pesos con 50 y pegado van Los Simpsons. Pero en el momento que aparezcan otros canales que no sean los privados y comerciales, va a nacer otra forma de comunicar, sin la obligación de parecerse a otra cosa. Ahora estamos llenos de contradicciones hasta el techo, pero lo tomamos como un entrenamiento para cuando estén dadas las condiciones para que lo que ahora realizamos a pequeña escala se pueda hacer público, y en lugar de que sólo 4 señales se impongan en todo el país, haya 150. Hace falta un cambio de cabeza que nos ponga a laburar desde una manera diferente de pensar la comunicación.  

La serie Cabeza de ratón, creada por la Escuela para Animadores de Rosario y que ya lleva cuatro temporadas al aire en la televisión abierta de esa ciudad, puede seguirse a través del blog de la serie, www.cabezaraton.com.ar.

Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.

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