viernes, 19 de julio de 2013

CINE - Entrevista con Carlos Reygadas, director de "Post tenebras lux": La sangre y el cine y el cine en la sangre

Para los que aman el cine, cada año aparecen dos o tres títulos que son como una cita impostergable. Una de esas películas es Post tenebras lux, del mexicano Carlos Reygadas, por la que obtuvo el Premio a Mejor Director en el último festival de Cannes, donde también fue abucheada durante su función de prensa. Se trata de un film exquisito desde lo formal pero de compleja ingeniería narrativa, en el que a partir de la historia de una familia burguesa que se muda al campo en busca de calma, el mexicano se despacha con una serie de secuencias en donde la violencia, el deseo, la culpa y otras pasiones desbordan el relato.
En Reygadas la libertad creativa es una condición fundamental. Es a partir de liberarse de las convenciones de la narración clásica que puede disfrutarse mejor de una película como Post tenebras lux, en donde el realismo más estricto convive sin contradicciones con la aparición inesperada de un fluorescente demonio rojo. El directo considera que "en cuanto a la creación cinematográfica, esa libertad es innegociable".

–¿Pero es más importante que otras condiciones necesarias a la hora de hacer cine, como las económicas?  
–Es un requisito indispensable, aunque no el más importante. Lo primero es conseguir plasmar mi visión en la película, pero la libertad es como las ruedas de un auto, porque sin ellas no avanzás. Podés tener el mejor motor, pero necesitás las ruedas.  
–¿Y qué importancia tiene el placer a la hora de hacer cine?  
–Para mí es un resultado. Grande, afortunadamente. Pero nunca pretendo tener placer mientras hago algo cinematográfico. Sucede que lo tengo, pero si algún día dejara de tenerlo y las ganas de comunicar o expresar siguieran ahí, me aguantaría la ausencia de placer o incluso el dolor. No es un elemento fundamental pero afortunadamente lo tengo y creo que cuando hay placer se nota.  
–Tu película expresa una forma de entender el cine que no es condescendiente y demanda del espectador una participación activa. ¿Eso puede convertirse en un problema?
–El problema del cine es que todo se confunde, que entras a la sala sin saber qué vas a obtener. Entonces, cuando recibís algo diferente de lo que esperás, no es extraño que eso te enerve. Por otro lado no creo que haya que hacer un esfuerzo: te aseguro que mucha gente disfruta de mis películas sin hacer ningún esfuerzo. En todo lo que hace uno en la vida, menos en los momentos de entretenimiento, en los que uno puede poner el cerebro y el espíritu en coma, como cuando se ve un partido de fútbol (cosa que hago), todo requiere un esfuerzo en el sentido participativo. Pasarla bien en la vida requiere la participación de uno.  
–¿Es un riesgo que la distancia entre el hecho creativo y el observador pueda volverse insalvable?  
–He leído hace poco un libro de Proust llamado Contra Sainte-Beuve, en donde da una explicación acerca de cómo es el proceso creativo que yo siento muy cercana a lo que trato de hacer. Explica cómo ese ser que crea no es el ser externo, social o familiar, a veces ni siquiera el que uno mismo piensa que uno es. Desde ese lugar es interesante el asunto de la participación del espectador a la hora de sentir la película y proyectar lo que tú mismo eres.  
–¿Hay una deliberada búsqueda de impacto en tu forma de construir ciertas situaciones?  
–Pero el impacto está presente también cuando dices “buenos días” esperando que otro responda, si no ¿para qué coño lo dices? El problema es cuando se busca el impacto per se, sin que haya nada detrás. Expresarse y comunicarse requiere del impacto. Lo importante es la calidad de ese impacto.  
–¿Cómo te llevás con las lecturas religiosas o morales que pueden hacerse de Post Tenebras Lux?  
–Cualquier acercamiento hacia la película me interesa, y hay algunos estrictamente cristianos que creo pueden ser muy pertinentes, porque están en el campo de una cultura que es la mía, aunque yo no sea cristiano. Hay miles de elementos en mis personajes, en mis películas y en mí mismo, que pertenecen a esa cultura.  
–¿Y el humor? Porque en Post tenebras lux, que en la superficie es tan trágica, hay momentos de un humor tan extraño como toda la película, pero parece que quisieras disimularlos.  
–Efectivamente creo que hay mucho humor, pero más que disimularlo creo que el humor es como el gusto por los colores, o el gusto físico por las mujeres o los hombres. Es una cosa que tiene miles de matices y familias: la familia del humor a la que yo pertenezco es minoritaria. Eso no quiere decir que tenga que hacer películas cómicas.  
–¿Pero no te seduce la posibilidad de sumergirte a fondo en la polaridad opuesta y filmar una comedia?  
–La comedia en particular no me atrae ni me divierte mucho, pero sí el género cómico, y claro que he pensado en hacer una película dentro del género cómico. De hecho es algo que estoy pensando ahora mismo. Pero no quiero plantearme hacer películas como si fuera un conquistador de lugares, porque siento que en ese momento uno puede alejarse de la necesidad suprema haciendo cosas como para impresionarse a sí mismo. Para mí el reto máximo es poder descargar de la forma más pura aquello que uno puede dar. 

Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.

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