viernes, 14 de junio de 2013

CINE - "Los Posibles", de Juan Onofri y Santiago Mitre: Entrevista con los directores

La danza no es la más popular de las artes escénicas, un espacio en el que compite con el cine y el teatro, verdaderas industrias culturales. Por eso el éxito de Los Posibles, una creación colectiva del grupo KM.29, no deja de causar sorpresa, casi perplejidad. KM.29 es un emprendimiento autogestivo de un grupo de docentes y coreógrafos, que hace cinco años comenzaron a formar en la danza a chicos en situación de exclusión, con base en el Centro de Día Casa Joven La Salle, de González Catán, una de las localidades más humildes del Conurbano. Así surgió Los Posibles, obra que trabaja sobre el cruce entre danza contemporánea y moderna, con algunos espacios de la cultura popular.
La obra se presentó con éxito en el Teatro Argentino de La Plata, con dirección de su coreógrafo Juan Onofri, generando un pequeño revuelo en el ámbito artístico. En una de sus últimas presentaciones, el cineasta Santiago Mitre quedó cautivado por el poder visual y emotivo de la obra, que desde la danza consigue transmitir con elocuencia una serie de cuadros que pueden ser puestos en diálogo con el universo en el cual se origina. Mitre supo de inmediato que ahí había una película.
Santiago Mitre es uno de los representantes más destacados de la generación más reciente de cineastas locales. Junto a sus colegas Alejandro Fadel y Martín Mauregui es responsable de los guiones de las tres últimas películas (las más exitosas, atendiendo a su rendimiento en la boletería) del prestigioso director Pablo Trapero. Además dirigió El estudiante, su ópera prima y una de los más importantes films del cine independiente argentino de los últimos diez años.
Su propuesta de llevar Los Posibles a la pantalla consiguió tentar a los integrantes de KM.29 y así, Mitre y Onofri encararon de forma conjunta la planificación de la versión cinematográfica. 
Luego de presentarse con éxito durante la última semana de Mayo en la Sala Lugones del Teatro San Martín, la película volverá a exhibirse en ese mismo espacio durante esta semana. Para conocer un poco más sobre ella, Tiempo Argentino se reunió con los directores para dialogar acerca de los particulares procesos de narrar el cine desde el lenguaje de la danza.

–Es notable cómo a partir de la abstracción del movimiento puro consiguen una potencia tal en lo que muestran que pareciera que las palabras no fueran necesarias. ¿Cómo llegan a condensar ese poder con un lenguaje a priori tan alejado de la danza como es el cine?
Juan Onofri: –Existe un prejuicio muy grande acerca de lo que la danza puede comunicar. Cuando la danza confía en el lenguaje corporal y en las imágenes que produce el cuerpo, ya no te preocupa tener que narrar, algo que el cine y el teatro pueden hacer mejor. 
Santiago Mitre: –La narración se suele entender como el acto de contar un cuento y no es sólo eso. La película (y la obra) tienen un orden del que puede decirse que es un relato. Hay una intención en el hecho de cómo y a partir de qué recursos se presenta la acción en la película y eso tiene que ver con la forma en que el cine le va dando entrada al artificio de la danza. 
–Ese relato incluye un travelling en el que la cámara desciende desde la sala del teatro al espacio subterráneo en donde se desarrolla la acción, que es en sí misma una alusión directa a "otro mundo".
SM: –Definir un espacio y un lugar es importante en Los Posibles y por eso poner en evidencia que todo sucede en un sótano provee un capital simbólico importante, por el origen del grupo. El cine trabaja con un grado de materialidad que otras artes tal vez no necesitan, entonces teníamos la sensación de que, a pesar de narrar con un lenguaje plástico y abstracto por sobre lo concreto, era necesario territorializar el relato, hacer que su espacio se hiciera reconocible.
–Hay una labor importante en el trabajo de adaptación de la escena al cine, en el sentido de que se han preocupado por encontrar una forma propia de volver a contar la historia atendiendo a los recursos cinematográficos.
JO: –Quisimos apartarnos de la forma en que la obra puede ser vista en el teatro, quebrar ese cuadro concreto de vista como desde la platea. Nos preocupaba que algunas cosas no se iban a ver, pero una vez adentro entendimos que era una buena jugada que la cámara se moviera como un bailarín más.
SM –De esa manera se planteaba una nueva coreografía y un nuevo ángulo para resignificar la obra. Era necesario que la puesta coreográfica no estuviera organizada en base a la relación de los bailarines con el espectador, sino a partir de las miradas de los propios bailarines. Entonces la principal decisión de adaptación es haber incorporado la cámara en la escena, porque nos importaba organizar el relato en base al modo en que se relacionan entre los protagonistas. 
–En el país no hay muchos antecedentes de películas en donde el lenguaje elegido para narrar fuera la danza. El más notorio es el de Aniceto, de Leonardo Favio. ¿Tuvieron alguna referencia a la hora de planificar la película?
SM: –Yo pienso como cineasta y mi relación es con el objeto, con lo que veo. Entonces elegí mirar la obra como una pieza única y trabajar a partir de las imágenes que ella misma me sugería, sin sentirme condicionado por las reglas de un género determinado.
–En el origen del grupo KM.29 hay también un costado social, de trabajar desde la inclusión. ¿Cómo continúa esa parte del proyecto?
JO: –El año pasado a nuestro programa lo bancaba el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires y con eso lo que hacíamos era formar grupos de chicas y chicos para ir replicando la experiencia. Pero el Instituto entró en colapso y no sólo dejamos de recibir la ayuda, sino que no cobramos el año pasado. En este momento nuestra apuesta es que los chicos puedan dedicarse a esta carrera: hoy por hoy ninguno de ellos está bajo la línea de la pobreza y con el trabajo del grupo como único ingreso pueden mantener a sus familias. 
SM –Hay una situación injusta y alarmante en los espacios culturales estatales. KM.29 es un ejemplo exitosísimo de compañía: son buenos artísticamente y lograron contener a un montón de pibes que hoy están bien, pero que no sé si lo hubiesen estado de no haber aparecido un proyecto así. No se entiende que después de los logros artísticos y de transformación social conseguidos en estos años, tengan que padecer para conseguir un poco de ayuda estatal. Entonces, ¿a quién estamos ayudando si no es a la gente que está haciendo estas cosas?

Artículo Publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.

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