Hay hechos y símbolos culturales que definen y dan una identidad propia a las diferentes sociedades del mundo. En nuestro país, esa individualidad se identifica con rótulos como "El Ser Argentino". Llevada al extremo, esta idea se convierte en "La argentinidad al palo", conjunto de exageraciones egomaníacas que expresa por igual nuestras inseguridades y vanidades. Algunas de ellas fueron reunidas con acierto en la conocida canción de la banda Bersuit Vergarabat, que justamente lleva ese nombre.
Más allá de lo autoparódico y crítico que hay en esa canción, es cierto que existen rasgos distintivos que conforman una identidad de pueblo, en la cual la mayoría de los argentinos puede reconocerse. Conjunto de conductas, pasiones o estructuras sociales que tanto pueden incluir al tango, el fútbol, el mate o el asado, como también a cierto culto a la amistad y, por qué no, a la clase media. Si se lo piensa, es muy probable que uno de los elementos que ayudaron a modelar aquello que se sobrentiende muy vaga y ampliamente cuando se habla de "ser argentinos", sea el surgimiento y la evolución sostenida en el tiempo de esa clase media, que durante muchos años se esgrimió con orgullo como aquello que nos distinguía de la "barbarie" que representaban el resto de las naciones latinoamericanas, y que al mismo tiempo nos hermanaba con Europa.
Ligada a importantes hitos de la historia nacional, el surgimiento de la clase media es también una línea posible para abordar, entender y responder algunas preguntas clave acerca de la genealogía y la genética de un país al cual si algo lo define son sus propias contradicciones que, por otra parte, esa misma clase media expresa de manera notable, como ningún otro grupo social. De esas cuestiones viene a hacerse cargo el documental Clase media, dirigido por Juan Carlos Domínguez y producido por la Universidad de San Martín. Basado en material fílmico y fotográfico de archivo, este trabajo cuenta con los testimonios de un grupo de intelectuales heterogéneo, en el que conviven Ricardo Forster, Maristella Svampa, Juan José Sebreli, Jorge Halperín y Ezequiel Adamovsky. Ellos son los encargados de suministrar, por un lado, información, conceptos específicos que explican los cómo, los porqué y los cuándo del surgimiento de la clase media en el país, pero fundamentalmente aportan también puntos de vista muchas veces distantes entre sí. Es justamente en su diversidad donde ayudan a presentar un marco amplio, en el cual la discusión cobra profundidad. Allí está el primero de los aciertos del trabajo de Domínguez.
El otro gran punto a favor de la película es el de haber encontrado una forma atractiva de presentar toda esta información, entendido esto, claro, dentro de los límites de un trabajo documental de corte clásico. Fundamentalmente un montaje muy preciso al que se potencia con una musicalización elocuente pero no por ello obvia, que incluye canciones de Pescado Rabioso, Rod Stewart o Los Piojos.
Si algo deja en claro el documental de Domínguez es que la aparición y los avatares que atraviesan a la clase media están íntimamente ligados a los diferentes momentos de la historia argentina, de finales del siglo XIX hasta hoy. Desde su aparición como consecuencia de la sostenida inmigración europea; su crecimiento apoyado en los sistemas educativo, mercantil y laboral; su incidencia en el desplazamiento de las etnias excluidas o directamente exterminadas; su papel muchas veces contradictorio dentro de los grandes acontecimientos, como el surgimiento de los movimientos de masas –del primer radicalismo al peronismo–, pero también como legitimadora de los muchos golpes de Estado que interrumpieron el orden democrático en la Argentina.
En ese sentido, otra gran decisión de orden estético y práctico, ha sido la de recurrir a fragmentos de obras de la cinematografía nacional. Algunas de ellas, muy populares, intercaladas con los testimonios y el resto de las imágenes, actúan del mismo modo en que lo hacen las citas textuales dentro de un ensayo escrito. Así, Hay que educar a Niní, con la enorme Niní Marshall, Plata dulce, de Fernando Ayala; La historia oficial, de Luis Puenzo; Las viudas de los jueves, de Marcelo Piñeyro; o Cama adentro, de Jorge Gaggero, son herramientas que ayudan a explicar con elocuencia los diferentes momentos en la evolución de la clase media, de sus intereses y sus miedos.
Esas contradicciones, parte ineludible de su constitución, son el centro de la cuestión que aborda Clase media. Alcanza con unos cuantos testimonios tomados en la calle para confirmar que en esta clase social (y hasta en una misma persona) conviven peronismo y antiperonismo, reivindicadores de la dictadura y defensores de los Derechos Humanos. Una suerte de bolsa de gatos capaz de, como dice uno de esos testimonios callejeros, correr para donde mande el bolsillo. Pero a la vez, como aclara Svampa, la clase media es dueña de una vocación integradora única en todo el arco social.
Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.
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