Existe en la actualidad una tendencia general a revisarlo todo, a volver sobre las páginas del tiempo para cuestionar la forma en que es visto no sólo el pasado, sino también las culturas y los nombres que han sido dejados de lado para, desde allí, intentar tener una mirada más amplia, más completa del presente y la sociedad actual. El cine, herramienta fundamental de la narración moderna, gran divulgador y generador de sentidos, también participa de ese proceso. El documental Hombre bebiendo luz, de Jorge Falcone, es un ejemplo de esta forma no sólo de hacer cine, sino de pensar la realidad. Se trata de un film que busca iluminar la figura del filósofo y antropólogo argentino Gûnther Rodolfo Kusch, quien desde su pensamiento recogido en una gran cantidad de libros y ensayos, se propuso pensar el mundo desde América, a contramano de toda la historia del conocimiento de Occidente pero no de su tiempo, los difíciles pero estimulantes años 60 y 70.
La película se vale de la estructura clásica del documental, basado sobre todo en el recurso de las cabezas parlantes, pero intercalando la recreación de “Cuándo se viaja desde Abra Pampa”, uno de los textos canónicos del autor. El resultado que podría ser definido como técnicamente limitado, es valioso porque es coherente con esa convicción kuscheana, filosófica pero también eminentemente estética, de pensar el mundo por fuera de los mandatos de la cultura capitalista. No hay en Hombre bebiendo luz la pretensión del cine occidental, sino la convicción de contar una historia del modo más puro y claro, limpia de toda espectacularidad. Aunque tal vez la dramatización mencionada pueda verse, si se quiere, como una pequeña pero necesaria concesión en ese sentido.
Rodolfo Kusch fue un apasionado del conocimiento de las antiguas culturas americanas precolombinas. Tan compenetrado llegó a estar con su trabajo, que una noche en un barcito de pueblo, Jaime Dávalos lo llamó de forma burlona, según cuenta uno de los entrevistados, “el alemán que quiere hacerse el indio”. Una definición despectiva, pero que sin embargo ayuda a trazar un perfil de este personaje tan importante como poco conocido. Puede decirse que la obra de Kusch, una mirada antropológica con un trasfondo político sumamente rico, es otra de las víctimas del derrumbe que significó el último golpe militar que sufrió la Argentina en 1976. Bajo las ruinas de un país demolido, junto a los nombres de los que siguen sin aparecer, también fueron aplastadas no una, sino muchas formas de pensar América desde y para América.
Una de las ideas elaboradas por Kusch que de algún modo habla de eso es El hedor de América, un concepto según el cual los conquistadores (y sus herederos) agruparon tras del desprecio por las culturas nativas, a las que veían como sucias y malolientes, todo aquello que se quiso aniquilar. Osvaldo Maidana, un colega contemporáneo de Kusch de origen omahuaca atacamense, afirma que “para comprender al otro hay que pasar por todas esas dificultades, que son visuales, auditivas”, pero también superar ese obstáculo, ese hedor que es una identidad.
Confrontando de forma directa con el pensamiento proveniente de Europa, Kusch logra entender que los pueblos de América, lejos del concepto del Ser, cimentan sus culturas en el mero estar. El “estar” como oposición al “ser”, porque si el ser es proyección, progreso y avance -base de la propagación de las civilizaciones europeas-, los pueblos americanos apoyan su existencia en el estar, una conciencia de la existencia como parte de un mundo y no como un individuo a través de la historia. Como ejemplo claro de esa oposición, se observa que en el inglés no hay diferencia entre ser y estar, porque el verbo to be unifica ambos conceptos. “Los anglosajones no pueden ni dormir la siesta, no pueden dejarse estar, están siempre siendo, se mueren de angustia”, argumenta con gracia el antropólogo Mariano Garreta. Esta diferencia deriva en maneras encontradas de ver y entender el mundo y la realidad, que deriva en otra, no menos importante. Maidana explica que en oposición al individualismo del Yo europeo, los pueblos americanos adoptaron el Nos como visión de una comunidad que rechaza ese individualismo como medio de supervivencia. Mientras el yo (el individuo) se extingue, el nos (la comunidad) trasciende.
La obra de Rodolfo Kusch intenta pensar la realidad desde América como lugar de origen y no como una reinterpretación de los pensamientos hoy denominados "hegemónicos", y en esa búsqueda de una identidad propia radica su poder. Para comprender su pensamiento, el vitralista Héctor Chianetta afirma que “hay que dejar de lado las categorías de análisis modernas, ejercicio que no es sólo intelectual, sino también espiritual, cuestionando los presupuestos en donde se apoya el andamiaje del pensamiento occidental”. Si algo aporta este documental de Jorge Falcone, son elementos para conocer, difundir y comprender la obra de Rodolfo Kusch y su forma de entender el mundo que parece novedosa, pero que sin embargo es la de nuestros milenarios ancestros americanos.
Hombre bebiendo luz, documental de Jorge Falcone, se proyecta todos los días a las 18 en el cine Gaumont Espacio INCAA Km 0 Gaumont, Av. Rivadavia 1635.
Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario