La palabra es Furia. Exactamente "eso" buscaba cuando entré al local de discos al fondo de una galería en avenida Cabildo –uno de los pocos lugares de Buenos Aires donde se podía encontrar lo que yo necesitaba entonces– y le dije al dueño del local que quería escuchar la banda más rápida que tuviera. El Rengo, como muchos le decían al disquero sin cariño alguno, agarró sin dudarlo la tapa roja del vinilo de Minor Threat y me dijo que lo que yo quería era "eso". Y tenía razón, porque "eso" era la sonorización de mi furia: 14 canciones desaforadas reventando en 18 minutos de desahogo. Fueron 18 minutos con la boca abierta, pensando que no podía ser posible, porque era como si se hubieran metido en mi cabeza enojada de adolescente y con todo lo que encontraron revuelto ahí dentro hicieran lo que yo todavía no tenía forma de hacer aunque lo intentara. Gritar, patear y decir basta, todo convertido en la música más furiosa del mundo. Y si uno es sus discos, entonces yo fui y seré "eso": Minor Threat.
Fijate vos: acá también podés escuchar la discografía completa de Minor Threat, en sólo ¡47 furiosos minutos!
Columna publicada originalmente en el suplemento Cultura de Tiempo Argentino.
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