jueves, 5 de agosto de 2010

LIBROS - Discurso del oso, de Julio Cortázar: La vida con ojos de niño

Una de las sorpresas gratas que incluye la edición de Cartas a los Jonquières es la no muy difundida buena relación que Julio Cortázar mantenía con los chicos y la infancia. Varias pruebas se acumulan en estas cartas, algunas de las cuales van directamente dirigidas a los niños de la familia, que cuando el escritor dejó Buenos Aires eran dos, Maricló y Albertito, y acabaron siendo cuatro. A ellos justamente les dedica por vía postal un precioso cuento que luego se haría conocido como parte de ese libro juguetón que es Historias de cronopios y de famas. Se trata de “Discurso del oso”.
Lo que no resulta una sorpresa entonces es que Alfaguara, actual editora de casi toda la obra de Cortázar, lanzara el año pasado una exquisita versión para chicos de ese texto, ilustrada por el dibujante español Emilio Urberuaga. Merece resaltarse que no se trata de una adaptación: es el “Discurso del oso” completo, tal y cual fue obsequiado a los chicos Jonquières el 5 de abril de 1952. Una pequeña joya.
“Meto este papel en la máquina, para copiarte una prosa que les regalo a Maricló y a Albertito, aunque ellos no podrán todavía captar su gracia –que es puramente verbal y rítmica”, escribe su dedicatoria con una inocencia que causa ternura. Olvidaba tal vez que los chicos son capaces de sobrevolar, esquivándolos con astucia y a su modo, los artificios verbales y rítmicos más empecinados. La felicidad también tiene para Cortázar sabor a infancia, a la que contempla con esa mezcla de maravilla y desazón tan de su prosa: “Me gusta tanto que me digas que los chicos me recuerdan ‘por su cuenta’. No durará, pero es muy dulce, sabes.”
Después, para terminar de conquistar a todos los intrusos que como chicos curiosos se animen a meter sus narices en la correspondencia ajena, simplemente anuncia: “Y aquí está el
Oso
Soy el oso de los caños de la casa, subo por los caños en las horas de silencio, los tubos de agua caliente, de la calefacción, del aire fresco, voy por los tubos de departamento en departamento y soy el oso que va por los caños.”


Artículo publicado originalmente en la sección Cultura del diario Tiempo Argentino.

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