miércoles, 3 de junio de 2009
CINE - Espacios no convencionales para el cine: Si la montaña no va al cine...
Cuando a principios de Febrero la filial local de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRESCI) escogió a Historias extraordinarias, de Mariano Llinás, como la mejor película argentina de 2008, lo que hizo de algún modo fue reconocer el valor de cierto cine que, ya independiente en su concepción y producción, también elige para exhibirse espacios novedosos o canales laterales. Una lateralidad que se define en oposición al conjunto de salas tradicionales y complejos multiplex que conforman el circuito comercial, históricamente dominado por productos de los grandes estudios norteamericanos. La película de Llinás es una narración de cuatro horas de duración que difícilmente hubiera encontrado espacio (y público) en ese circuito. En cambio, estrenada en el espacio cinematográfico del MALBA lleva cinco meses de exhibición, con una importante respuesta de público.
Junto a Historias extraordinarias y otras tres películas, los miembros de la FIPRESCI también nominaron a Liverpool, la cuarta película de Lisandro Alonso, quien justamente es una suerte de pionero a la hora de proponer espacios para sus películas. Desde La libertad, su primer largometraje, pasando por la notable Los muertos y Fantasma, todas sus películas han sido estrenadas en la sala Lugones del Centro Cultural San Martín eludiendo el circuito tradicional. Hasta tal punto se ha convertido la Lugones en el hogar de las películas de Alonso, que Fantasma fue íntegramente rodada en el San Martín, incluyendo su tradicional sala de cine como escenario principal. No es casualidad que los programadores del MALBA y la Lugones sean Fernando Martín Peña y Luciano Monteagudo, dos de los hombres más respetados y comprometidos con la escena cinematográfica en la Argentina.
Sin embargo estos casos no dejan de ser el emergente de una tendencia que durante 2008 ha ido en alza. Los espacios no convencionales para la exhibición de cine parecen haber dejado de ser la única posibilidad para producciones marginales; por el contrario, se han convertido en la mejor de las opciones. Tres películas son ejemplo de esta tendencia: Luca, de Rodrigo Espina, Hombre en polvo, de Ismael Naim, y Roud muvi, de Dennis Smith y Alejandro Welsh, comparten la convicción de que hay otros caminos para sus historias, pero también para el cine en general en tanto expresión del arte. Las tres no sólo han sido pensadas para mantenerse al margen de los espacios tradicionales, sino que cada una de ellas ha generado sus propios canales de exhibición completamente excéntricos.
La más notoria es Luca, ejercicio documental de Rodrigo Espina en torno a la figura de Luca Prodan, mítico cantante de Sumo, banda infaltable a la hora de definir el rock nacional. La película se estrenó en los híbridos Espacios INCAA, pero al mismo tiempo en la sala de conciertos The Roxy. Esto último, que podría haber sido apenas un gesto destinado a subrayar el contexto rockero de la obra, fue el primer paso de una exitosa estrategia diseñada por sus productores Marcelo Schapces y Aníbal Esmoris. Como si se tratara de la gira de una banda de rock, Luca fue exhibida a lo largo de todo el país en salas de concierto, pubs, teatros y hasta en conciertos masivos de rock como el de Cosquín. El resultado fueron 83.000 espectadores, una cifra inusual que, afirman los productores, hubiese sido impensable de otro modo.
El caso de Hombre en Polvo es mucho más radical. Nacida como proyecto personal del director Ismael Naim, esta película ni siquiera fue estrenada en el sentido tradicional del término: su premiere se realizó on line a través de MySpace, sitio destinado principalmente a la difusión musical. Para Naim, la posibilidad de estrenar en MySpace –uno de los diez sitios más visitados de la web- tiene que ver con una interesante decisión artística: toda su banda de sonido está conformada por canciones promocionadas a través de esta popular red social. La lista compuesta por autores de los más diversos orígenes, como Serbia, Finlandia, Singapur, Italia, Austria o Grecia, también incluye créditos locales como la ascendente banda de rock Taura y al solista Gabo Ferro.
Ser teatro y cine a la vez es la premisa elegida por los directores Dennis Smith y Alejandro Welsh para definir Roud muvi; tal vez por esa razón estrenarla y exhibirla en El Camarín de las Musas -una prestigiosa sala del teatro off porteño- apareció como una opción natural. Los directores afirman que Roud muvi fue pensada inicialmente como ejercicio teatral y que el texto fue ensayado durante seis meses por sus protagonistas (todos actores surgidos de la escuela de José A. Martínez Suárez), filmada en 42 horas y editada a lo largo de dos años. Estas condiciones, confiesan., permitieron una mayor experimentación y un resultado claramente alejado de ciertas convenciones cinematográficas.
A pesar de la aparente desventaja de no contar con una difusión que pueda competir en comodidad con las salas del circuito tradicional, todos coinciden en lo positivo de experimentar con espacios no convencionales para mostrar sus trabajos. Los productores de Luca confían que en la medida en que se abran nuevas metodologías de pantalla, también crecerá el número de espectadores que las habiten. Para Dennis y Welsh la forma de trabajo elegida ha sido un acierto, “porque nos acerca a un público abierto a la exploración, muy ávido y comprometido con la escena cultural”. Ismael Naim no puede ser más claro: “Uno debe ser consciente que hace cine independiente desde que escribe su primera línea. El guión será nuestro presupuesto y como productores debemos ser buenos escritores. Esa enseñanza difícilmente se borre y es probable que siga alimentándose de nuevas alternativas”.
Artículo publicado originalmente en revista Ñ.
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