miércoles, 3 de junio de 2009

CINE - Entrevista a Mariano Cohn y Gastón Duprat,directores de El artista.


Existe la idea, tal vez sea un prejuicio, de que el mundo de las artes plásticas (y del arte en general) está lleno de personajes pretenciosos y pedantes, capaces de justificar cualquier mancha, garabato o subterfugio ingenioso a partir de argumentaciones teóricas que, a los no iniciados, acaban sonando siempre retorcidas y parecen querer validar un concepto del arte cada vez más lejano a una noción popular de belleza. Con El artista, los directores Mariano Cohn y Gastón Duprat se plantean esta cuestión a partir de una historia que funciona como paradoja que expone viejas disputas alrededor del concepto del arte.
La idea es sencilla: Jorge, un enfermero interpretado por el cantante Sergio Pángaro que trabaja en un asilo para ancianos con problemas mentales, expone como propios una serie de dibujos realizados por uno de los ancianos internados. A partir esos dibujos, Jorge se convertirá pronto en un reputado artista joven, cuya obra se disputan galeristas y marchants. Para sostener ese ascenso -que la película no intenta juzgar- necesitará que el viejo siga dibujando.
Los directores afirman que con en El artista no han intentado “plantear una mirada cínica: de hecho quienes conozcan el mundo del arte, los vernisages, sus personajes, van a ver una versión muy mesurada de ese ambiente”. Mesurada o no, la mirada que la película ofrece del universo que retrata, abunda en recursos irónicos y satíricos que van modelando un perfil amargamente humorístico. Sin embargo el efecto cómico de El artista no es un simple objeto de diseño: “El humor surge en la historia sin proponérselo, a partir de confrontar el mundo de arte, con sus brillos y sombras, con el del enfermero: geriátrico, viejos, sueros. Su perplejidad ante este mundo snob, desconocido. Es un drama, una historia muy triste con algunos momentos muy cómicos”
El dilema central de la película es aquella vieja disputa acerca de cuál es el elemento que da lugar al hecho artístico: la intención del hacedor o la sensibilidad del observador. Siendo una cuestión central para círculos académicos, lo que puede sorprender a algunos es que sean Cohn y Duprat quienes ofrezcan argumentos a este respecto. Conocidos creadores de productos televisivos como Televisión Abierta o Cupido, que ciertamente presentaban una mirada burlona acerca del formato televisivo actual, ambos creen que “no hay distancia entre aquellos programas y un hecho artístico. Consideramos a la televisión un género artístico de primera línea, un género que incluso propone más libertad y desparpajo que el cine, por ejemplo”.
Otro guiño respecto de esto, resulta de una de las escenas iniciales de la película. En el asilo, cuatro viejitos con miradas que evidencian problemas mentales, ven la televisión. Enajenados, en silencio, Alberto Laiseca, Fogwill, Horacio González y León Ferrari (que además es productor de la película), conforman ese grupo. Una suerte de broma interna que juega con otra herida abierta: ¿es el arte lo que enajena, o hay que estar loco para ser artista? Preguntas y misterios que El artista no busca resolver.

Artículo pblicado originalmente en revista Ñ.

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