jueves, 11 de septiembre de 2008

CINE - Superhéroes (Superhero movie), de Craig Mazin: El burdo arte de hacer dinero


Innecesaria es, quizá, una de las palabras más apropiadas para utilizar en el intento de dar con la más justa a la hora de definir Superhéroes, esta nueva parodia con las que habitualmente Hollywood “homenajea” a sus productos más exitosos, y que por si hacía falta aclarar, se mete con el género de los héroes de la historieta, el más rendidor en las boleterías de todo el mundo en los últimos diez años; tan innecesaria como todas las de su tipo que han castigado las pantallas últimamente, la mayoría de las cuales se ha tenido la prudencia de mandar directo al video. Lo que esta Superhéroes podría tener a su favor respecto de casi todas sus congéneres es que David Zucker está detrás de ella: él junto a su hermano Jerry y Jim Abrahams son los virtuales creadores de esta clase de sátiras y de sus mejores exponentes, ¿Y dónde está el piloto? y Súper secreto. El resultado final de Superhéroes deja claro que su sólo nombre no es garantía de nada.
Tomando como base la primera Spiderman, aquí se cuenta la historia de Rick, un adolescente introvertido que adquiere súper poderes al ser picado por –tache las opciones incorrectas: a) un mamboretá; b) una isoca; c) una libélula. La opción correcta es la C, aunque podría ser cualquiera de las otras dos, ya que carece de cualquier tipo de correlato posterior a lo largo de la historia (incluso las otras parecen más ingeniosas). Lo que sigue a partir de allí es un continuado de chistes fáciles y lugares comunes que van de lo netamente infantil a lo decididamente escatológico, donde no se ahorra ninguno de los desechos corporales, sólidos, líquidos o gaseosos. Sin querer ser más papistas que Benedicto (que también aparece en la película), muchas de las situaciones creadas conseguirán algunas sonrisas y carcajadas, sobre todo en el público adolescente, obligado hormonalmente a que cualquier cosa le cause gracia, y que es el target lógico de Superhéroes.
La presencia de Zucker permite juntar a un elenco más fuerte que los habituales en proyectos similares, entre quienes obviamente se cuenta Leslie Nielsen, que más que un clásico del género es otro de sus clichés; pero también Robert Hays (protagonista de ¿Y dónde está…?), o Jeffrey Tambor, Brent Spiner y Christopher McDonald (sus nombres no dicen nada, pero sí sus caras). Y no podía faltar Pamela Anderson, quien suele repartirse pequeñas participaciones por el estilo con Carmen Electra. Claramente el nombre de Zucker acaba siendo la peor contra de Superhéroes, ya que no faltará quien pretenda encontrar en ella algo de los dos antecedentes mencionados. Y si bien es cierto que todo lo que hay acá ya estaba en sus clásicos (basta comparar la escena del piloto automático y la azafata en ¿Y dónde está...?, con la de los muñecos inflables de aquí), no menos real es que aquellas conseguían cumplir con el cometido satírico de revelar el costado ridículo del objeto parodiado, mientras que Superhéroes apenas desnuda su propia condición de producto barato para ganarse fácil unos mangos.


(Artículo publicado originalmente en la sección Cultura y Espectáculos de Página 12

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