jueves, 15 de noviembre de 2007

LIBROS - Teoría del desamparo, de Orlando Van Bredam: La democracia como cadáver en un baul


Alguna vez se le ha ocurrido imaginar que una mañana se levanta para ir a la oficina, como siempre, y se encuentra con el cadáver de un desconocido en el baúl de su propio auto. Piénselo bien, ¿qué haría? Es verdad: las posibilidades son muchas, absurdas casi todas. Mejor piense en otra cosa.
Como usted no suele salir de Buenos Aires no tiene porque conocer a Orlando Van Bredam, escritor entrerriano dedicado a la docencia, con varios libros publicados y residencia en Formosa. Sin embargo un día Van Bredam obtiene el premio Emecé de novela 2007 por Teoría del desamparo, y usted se entera de que la historia del cuerpo en el baúl es el comienzo de esa novela, en la que se mezclan en dosis más o menos equilibradas el policial con la sátira política, regada de humor negro y no exenta de ironías que propician la crítica social. Ahora sí, piense qué haría: ¿seguiría leyendo?
Sí eligiera continuar, usted se enteraría de que el muerto es un político muy importante y muy corrupto, que ha sido secuestrado días atrás y al que la policía de todo el país busca con prisa. Y vería que el autor utiliza esta figura para cuestionar primero a toda una clase política -la de los feudos provinciales, la de quienes utilizan el poder para causas privadas, y a la que ya se le ha pedido que se vayan todos-, pero también a un sistema cuyo único objeto parece ser el de revalidar sus paradojas cada cuatro años, por consenso popular. La democracia como un cadáver que lleva casi 25 años pudriéndose en los baúles de todo un país.
Al final de Teoría del desamparo, usted no dejará de preguntarse por qué el autor ha elegido narrar la historia en una infrecuente segunda persona y no le será difícil relacionar ese tono declamativo, con el de un profesor que invita a sus pupilos a tomar el lugar del sujeto para comprender los pormenores de una hipótesis determinada, aquí teoría del desamparo. Sin embargo no estará seguro de si eso alcanza a justificar este experimento, en el cual el recurso queda siempre delante de la novela como un vidrio turbio entre el lector y el texto. Más allá de ese elemento de distracción, seguramente usted rescatará el oficio de Van Bredam para hacer de Teoría del desamparo una novela legible a pesar de lo anterior, la sencillez de una narración fluida y alguna que otra observación ingeniosa.

(Artículo publicado originalmente en suplemento cultura del diario Perfil)

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