martes, 19 de septiembre de 2006

LIBROS - Seis paseos por los bosques narrativos, de Umberto Eco: Un tour guiado por los laberintos del sentido.

Salir a dar un paseo: de eso se trata la literatura según la metáfora del prolífico y multifacético Umberto Eco. Seis paseos por los bosques narrativos (cuyo título original en inglés es Six walks in the fictional woods), incluye las seis conferencias que él mismo diera en el marco de las Norton Lectures, en la universidad de Harvard entre los años 1992 y 1993, en las cuales el semiólogo, lingüista y narrador italiano compara las estructuras narrativas con bosques. Y en una operación que tiene mucho de literario, convierte al lector en una especie rara de boy scout, un híbrido entre Caperucita Roja y Allan Quatermain, que unas veces por sendas ya abiertas, y otras, haciendo el propio camino, se interna y deambula esos bosques hasta extraviarse, para salir de allí transformado.
Ampliando el concepto, agrega que existen distintos tipos de bosques y diferentes maneras de recorrerlos. La diferencia entre los bosques vendría dada por la presencia de un autor, y por las diversas intenciones o motivaciones que varían de un autor a otro. Las maneras en que estos bosques pueden ser recorridos, en cambio, dependen de cada lector. Queda claro que Umberto Eco es de quienes adhieren a la teoría según la cual la relación entre autor y lector es la fuerza vital de cualquier texto, y de la literatura, por carácter transitivo.
En tanto que el autor se plantea, al sentarse a escribir, un lector modelo a quien dirigirse, es decir, un determinado e hipotético sujeto como receptor de su obra, cada lector construye, desde la lectura y la interpretación, lo que Eco llama autor modelo, que no es sino el fruto del paseo forestal: la forma en que ha conseguido vincularse con el texto narrado. Estos autores y lectores modelo no suelen coincidir con los lectores y autores empíricos.
Más adelante, en el capítulo titulado "Los bosques posibles", Eco se interna en las diferencias entre los textos de ficción y los textos históricos o reales. Allí aborda el concepto de verdad o realidad dentro de la literatura: en la narrativa de ficción, lo verdadero es todo lo que sucede dentro del relato. De ahí se desprende que la verdad es mucho más fácil de determinar en el ámbito de lo ficcional que dentro de lo que llamamos mundo real. Y arriesga que es mucho más sencillo conocer profundamente a Don Quijote, a Hamlet o, porque no, a Homero Simpson (como a cualquier otro personaje de ficción), que a nuestros propios padres o hijos. Porque en tanto que padres e hijos de todo el mundo insisten en seguir creyendo que es preferible mantener algunos secretos, el Quijote, Hamlet o Simpson –sobre todo Simpson– no pueden evitar revelar, voluntariamente o no, cada una de sus intimidades ante el total de su auditorio. De ellos podemos conocer todo cuanto se ha dicho, porque hasta el último detalle de lo que necesitamos saber de cada uno, ya ha sido escrito.
Un párrafo aparte merece un curioso ejemplo con el que abre el capítulo cinco, y que involucra un estudio acerca del comportamiento de la prensa argentina durante el conflicto bélico de las islas Malvinas. El 31 de Marzo de 1982, el diario Clarín publicó una noticia supuestamente llegada desde Londres, según la cual el Reino Unido había enviado un submarino atómico a aguas argentinas. En Gran Bretaña, mientras que el gobierno británico reaccionó de inmediato, diciendo que no tenían intención de revelar la posición de sus unidades, algunos medios daban la impresión de saber bastante respecto de ese asunto. El 4 de Abril el submarino ya había sido visto cerca de costas argentinas. A partir de allí, una serie de contradicciones entre noticias que anunciaban que ese submarino estaría partiendo de Europa a la cabeza de las fuerzas británicas y supuestos nuevos avistajes, fueron dando mayor magnitud a la presencia de este fantasma.
Casi un mes después, un diario escocés revelaba que, efectivamente, el submarino nunca había salido de Escocia. Una de las moralejas que don Umberto extrae de esta historia, es que con sólo amontonar datos concretos y nombres propios en un marco discursivo determinado, el lector tiende a dar por ciertas tales aseveraciones. El submarino, puesto en los mares del sur por los medios de comunicación, se había vuelto real. Es posible preguntarse quién podría estar interesado en crear ese fantasma, dos días antes del comienzo de aquella guerra, siniestra en más de un sentido. La respuesta, claro, no debe buscarse en este libro.
Umberto Eco, se ha dicho, es en la actualidad uno de los más notables semiólogos y teóricos de la literatura y el lenguaje; sin embargo es conocido popularmente por sus novelas El péndulo de Foucault, Baudolino, y principalmente por El nombre de la Rosa, que tan exitosamente fuera adaptada al cine.

Artículo publicado originalmente en la revista Informe Reservado.

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