
Clásica historia de apocalipsis epidémico, Tiro de gracia retoma a los cuatro personajes que en la original lograban constituir un núcleo familiar signado por la disfuncionalidad, en un mundo por completo disfuncional. Han conseguido sobrevivir a la horda cuidándose unos a otros, para finalmente formar un hogar instalándose nada menos que en la Casa Blanca. El espacio da pie a una buena ración de humor político, que no teme ironizar acerca de una clase gobernante no siempre digna, como esbozar una mirada crítica de la cultura de consumo. Pero como ocurría en la primera película de Romero, lejos de hallar tranquilidad, acá también se generan conflictos y disputas que tensan las relaciones interpersonales, potenciadas por el aislamiento.
Curiosamente, ese concentrarse en los vínculos que se aferran a la ficción de una normalidad imposible hace que la amenaza externa quede en un segundo plano. Y si el zombi siempre encarnó la idea atemorizante de lo otro, aquí ese/eso otro dejó de importar, convirtiéndose en algo alejado de lo cotidiano. Tan ocupados están los protagonistas en creer que pueden vivir una vida como la de antes, que olvidan que aquel mundo ya no existe. Tal estado de enajenación se rompe cuando uno de los miembros de la familia (la adolescente encarnada por Abigail Bresling) escapa al exterior y entonces la amenaza vuelve a tornarse real. El chiste de que la chica se haya ido atrás de un exalumno de música de Berckley, hippie y pacifista, sirve para confirmar que no hace falta ser zombi para ocupar el lugar de lo otro.
Salir otra vez al mundo para rescatar a la nena de la familia será el motor de una nueva aventura donde el humor vuelve a funcionar muy bien. Apoyado sobre todo en la química de la pareja integrada por Jesse Eisenberg y Woody Harrelson, que se muestran dueños de sus personajes, Tiro de gracia ratifica lo conseguido en 2009, aprovechando una vez más el poder del humor negro y el absurdo. Y hasta se permite combinar el arquetipo del zombi con el del doble, otra figura de raíz siniestra para abordar con gracia el miedo al otro.
Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.
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